diciembre 03, 2013

Leonard Cohen
The Songs of Leonard Cohen

The Songs of Leonard Cohen (Columbia, 1990) fue el primer álbum canadiense de treinta y cuatro años quien para ese entonces gozaba de un altísimo prestigio como escritor. Antes de componer una estrofa para una canción, Leonard Cohen había publicado cuatro volúmenes de poesía y dos novelas. Cuenta la leyenda que él quería abrazar una carrera como cantante de country & western, sin embargo, el éxito de Judy Collins, en 1966, con dos canciones suyas, "Suzanne" ("Suzzane te lleva a su lugar cerca del río/ Puedes escuchar pasar los botes/ Puedes pasar la noche a su lado/ Y sabes que está medio loca/ Pero eso es por lo quieres estar ahí") y "Dress Rehersal Rag", más la insistencia de la cantante de que se sumara al movimiento folk de aquella época, lo convencioeron de establecer de establecerse como un cantante-compositor intimista, confesional.

 En 1967, Collins lo presentó en un concierto en el Central Park de Nueva York y ese mismo año pisó el escenario del Newport Folk Festival, en donde John Hammond, buscador de talentos de Columbia, le ofreció un contrato. De ahí salió esta obra maestra que nos condice por un universo de imágenes, metáforas y frases que estremecieron el alma de un público, mayoritariamente estudiantil, que vio en Cohen una especie de caja de resonancia de sus inquietudes espirituales, al grado que se vendieron rápidamente más cien mil copias, estableciendo el nombre del poeta como uno de los personajes de vanguardia de la época. Songs of Leonard Cohen es un álbum de una belleza pocas veces contenida en un debut. El desfile de imágenes melancólicas, agridulce, reflexivas y sombrías es casi interminable. "Es verdad que todos los hombres que conociste eran jugadores/ Cada vez que les daba refugio/ Conozco esa clase de hombre/ Es duro sostener la mano de alguien que está alcanzando el cielo sólo para rendirse (The Stranger Song). El desamor y la ruptura, temas recurrentes en la obra d Cohen, son una especie de hilo de conductor en esta producción; "Te amé en la mañana/ Nuestros besos profundos y cálidos/ Tu cabello sobre la almohada / Como una tormenta somnolienta / Muchos se amaron antes que nosotros/ Sé que no somos nuevos/ En la ciudad y en el bosque/ Ellos sonrieron igual que tú y yo/ Pero ahora llegando las distancias y ambos debemos intentarlo/ Tus ojos están llenos de dolor/ Oye, esa no es manera de decir adiós". (Hey, That's No Way To Say Goodbye).

 La sensibilidad para tratar temas tan cotidianos como los celos es un golpe a las fibras nerviosas: "Encendí una vela verde para que tuvieras celos de mí/ Pero el cuarto se llenó de mosquitos/ Ellos oyeron que mi cuerpo era libre/ Entonces tomé el polvo de una larga noche de insomnio y lo puse en tu zapato/ Y entonces confieso que torturé el vestido que llevabas para que el mundo viera a través de el/ Un esquimal me mostró una película que te había tomado recientemente/ El pobre hombre casi no podía dejar de temblar/ Supongo que se congeló cuando el viento se llevó sus ropas y asumo que él nunca volvió a sentir calor/ Pero tú estás parada ahí, tan bonita en tu ventisca/ Oh, por favor, déjame entrar en la tormenta". (One of Us Cannot Be Wrong). La fortaleza lírica de Leonard Cohen, desde su primer disco, tiene que ver con el desarrollo de su pericia como poeta y novelista. Todas las letras de este álbum son perfectas y la música que las acompaña son el complemento ideal: a veces minimalista, machacona, reiterativa, como para remarcar una triste melancolía. Leonard Cohen está en la tradición de aquellos artistas que tiene fea voz, como Dylan, Young, Waits, etcétera, pero como ellos, sus cuerdas vocales vibran con el corazón para decirnos cosas importantes desde su propio predicamento. Cohen es uno de esos jugadores que explican el mundo con parábolas para que quienes tenga oídos oigan y los que puedan entiendan. Este primer disco del canadiense errante es una obra maestra.

diciembre 02, 2013

Jake Bugg
Shangri La

La figura de Jake Bugg empezó a notarse cuando fue el telonero de Noel Gallagher durante el concierto de War Child en el 2012. Posteriormente, en ese mismo año, durante agosto también fue el encargado de abrir los shows para The Stones Roses, lo mismo en septiembre pero esta vez para The Killers durante el iTunes Festival. Después se embarcó en el tour promocional de High Flying Birds de Noel Gallager. Y es durante el transcurso de este año que Jake Bugg se ha estado presentando distintos países. No obstante aún sigue siendo muy joven para tener una biografía, aunque en su breve existencia ya cuenta con algunos actos que ya lo están relevando. Jake Bugg es de Nattingham, Inglaterra, lo que nos dice sobre prestigio y reputación. Desde su primer álbum homónimo y toda esa atención que ha recibido por parte de los medios que le han querido emparentar a éste joven inglés con una imagen idílica de Bob Dylan, pero esto se debe a la necedad de querer encontrar un sucesor al nativo de Minnesota. Sin embargo, Bugg no posee un tono nasal a la hora de cantar; a decir verdad, su voz es promedio aunque con los registros suficientes para cautivar. La coyuntura de su voz se la debe a una corte en donde encontramos a Paul Weller, los hermanos Gallagher (así es, en especial a Noel) y Miles Kane. Es decir hay una continuidad del mejor rock pop inglés. Lo más reciente de este hijo de Albión es haber presentado su segundo disco como solista, Shangri La (Jake Bugg Records/Island Records, 2013), nombre tomado de los estudios en el que fue realizado, el cual fue producido por Rick Rubin durante su viaje a Malibú, CA. Shangri La es una curva que discierne a su álbum predecesor, y como novedad, hay un acercamiento con la música country desde el tema de apertura 'There's a Beast and We All Feed It'. Igualmente hay una inclinación por el punk rock ('Slumville Sunrise', 'What Doesn't Kill You', 'Kingpin') por el uso de riffs rápidos de la guitarra eléctrica. Esto no quiere decir que no tome regrese a sus lexemas originales, 'Me and You', 'Messup Kids', 'A Song About Love' y 'All You Reasons' hacen un retorno al estilo del primer álbum, es decir, la guitarra acústica hacia las melodías pop, blues y folk. Al guitarrista-compositor le da el gusto por el rockabilly que se puede notar desde la primera canción (y en menor medida, 'Kingpin') que nos remontan pronto a temas anteriores como 'Taste It' o 'Seen It All' de Jake Bugg (Mercury, 2012). Pero sus mejores atributos radica en arropar sus canciones solo cuando lo considera necesario. Si la guitarra le es suficiente para Bugg, a esta partes del álbum se les debe navegar sin velamen, ya que aún con todo y solvencia no se salvan de ser aburridos por su carga de solemnidad. Jake se vuelve excesivamente serio, sentencioso, pretencioso de convertirse en un juglar moderno. El lado más rockanrolero de resulta el lado más libre, más divertido y contagioso de Shangri La. Ataca las melodías con más vigor, con agitación y furia controlada, conviertiéndose en los temas más amenos. También se recurre a las baladas, las canciones lentas como 'Storm Passes Away', 'Pine Trees' y 'Simple Pleasures' que se encuentran a la salida del álbum. La imperfección que presenta en este trabajo es su pronta caída en la monotonía de algunos de sus temas, que no pueden evitarse sentir como pesadas piedras que se van arrastrando. Aún con y todo que la voz de Jake Bugg todavía no toma la madurez necesaria para tener una identidad propia, está desplegando experiencia y hablando de los tamaños para despuntar, con las hechuras necesarias para destacar. Él se encuentra en las etapa donde puede ser maleable y caer en tentaciones, con un futuro incierto, sin embargo los augurios pronostican interesantes posibilidades para los años venideros. Y con Shangri La nos demuestra una faceta mejorada en la cual inmediatamente se nota la dirección de Rick Rubin.

noviembre 08, 2013

Eminem 
Marshall Matters LP 2

Luego de formar parte del intrascendente dueto Soul Intent, Marshal Mathers, mejor conocido como Eminem, debutó como solista en 1996 con Infinite. Desde un principio, la principal señal de identidad de este singular intérprete y compositor fue su facilidad para escribir letras agresivas y provocativas, lo que le dio una fama inmediata en circuitos subterráneos de la ciudad de Detroit. Gracias a esa reputación, no tardó en llamar la atención del para entonces ya famoso e influyente Dr. Dre, quien de inmediato lo contactó y lo contrató para que firmara en su sello Aftermath. Su primer álbum para dicho sello fue un éxito rotundo, hablamos claro de The Slim Shady LP (Aftermath, 1999), mismo que lo catapultó a la cima de la popularidad de una manera pocas veces vista. Si hay algo que Eminem ha demostrado es no ser el clásico músico de un disco y mucho menos de un solo éxito, eso quedó demostrado cuando lanzó su segundo álbum The Marshal Mathers LP (Aftermath, 2000), un disco que al mismo tiempo causó furor y resquemor, sensación y escándalo. Gracias a ese trabajo, sus fanáticos suman una legión tan numerosa como la de sus detractores. Las letras de las composiciones que conformaban la obra fueron acusadas de racistas, homofóbicas, violentas, frívolas, irresponsables, misóginas y toda clase de epítetos que no hicieron más que darle una mayor popularidad. The Marshall Mathers LP es de hecho más divertido y más siniestro que The Slim Shady LP. Sus letras son más complejas y elaboradas, con una narrativa más detallada, y por ende, más escalofriante, es también un trabajo se convirtió en una parte fundamental que precedió a The Eminem Show (Aftermath, 2002), otro disco que completa una trilogía biográfica de un hombre con tres personalidades distintas (o al menos de tres visiones distintas). Para cuando lanzó Recovery (Aftermath, 2010), ya había aprendido de un par de tropiezos como lo fueron Encore (Aftermath, 2004) o Relapse (Aftermath, 2009), y supo cómo re-direccionarse en una mejor oferta que mezclaba el pop-rock y el R&B, con tendencias más melódicas, más comerciales sin que dejase de ser rap ni sacrificar su ingenio característico, gracias a una producción muy cuidada y una adecuada elección de artistas invitados, con una temática de tendencias un tanto más emocionales sin caer en cursilerías o azotes existenciales. Es finalmente que después de trece años que Marshall regresa por última vez (o al menos eso dice) al lugar donde empezó todo, re-abre su obituario, llama a su octavo álbum de estudio The Marshal Mathers LP2 (Aftermath, 2013). A simple vista es una continuación escueta, aunque su verdadero encanto se ubica en el planteamiento de su temática: la reivindicación moral. Desde el tema de apertura, ‘Bad Guy’, inmediatamente se hacen las referencias a su elepé del 2000 pues narra lo que pasó con Matthew, el hermano del desequilibrado Stan. Hace una extensión sonora con un skit de ‘Criminal’ (‘Parking Lot’) para darle paso a la vertiginosa ‘Rhyme & Reason’ donde nos relata una porción de su relación kafkiana y negativa con su ausente padre. ‘So Much Better’ hace una (trillada y machista) metáfora entre el peso del suceso en la industria del rap con una figura femenina y como sobrevive/lidia frente esto en el rockero ‘Survival’. Luego se contrasta con la melodía minimalista de ‘Legacy’ que explora su infancia y su enconó, al poco tiempo se revela en contra del personaje que fue durante la década pasada, sarcásticamente dice en ‘Asshole’: “Im Going Back to what got me here”, mientras que la entusiasta ‘Berzker’ es una alusión (o mejor dicho homenaje rap-rock) a los Beastie Boys y a la vieja escuela. El provocativo y políticamente incorrecto ‘Rap God’ hace revancha a las censuras que sufrió por sus burlas sobre los disparos en Columbine o las provocaciones de homofobia, asimismo nos recuerda un poco a Kanye West con su petulante ‘Iam God’, aunque con una mejor y superior exposición de técnica. Está de nuevo el psicópata de ‘Kill You’ en ‘Brainless’, aunque se muestra más humano cuando examina sus relaciones amorosas pasadas en ‘Stronger Than I Was’ y continua mostrando ese lado en ‘The Monster’. ‘So Far’ es el momento más divertido donde nos habla sobre la interacción con los fans. Lo que sigue es lo que muchos esperaban: Eminem Meets Kendrick Lammar. ‘Love Game’ ubica el escenario donde Em se podría medir con su competencia más grande que es Lammar, muchos imaginaron una carnicería donde cada uno se despedazara por la supremacía, el veterano contra el Golden boy de Compton. Sin embargo nada de eso pasa, ambos de hecho es un tema pegajoso que re-utiliza la figura promiscua del interminable ciclo del rap game pero hasta allí. Para cerrar el disco se encuentran ‘Headlights’ y ‘Evil Twin’, en la primera hay una disculpa hacia Debbie Mathers y en la segunda cierra el ciclo de la imagen negativa que promovió al inicio de su carrera. Estamos frente a un disco que no produce los efectos esperados. Que esto no se mal entienda, Eminem a sus cuarenta y un años de edad sigue siendo todo un gimnasta verbal, ofrece candencias nuevas, sabe plasmar sus pensamientos de manera envidiable pero su musicalidad deja mucho que desear (salvo por algunos temas), pues si bien durante sus primeros capítulos logró empatar lo mejor del pop con lo mejor del hip-hop, aquí nada de eso sucede ni siquiera con el aporte de personas que están en in como Rihanna, Nate Russ de fun. o Kendrick Lammar. Cede a las presiones del pop convencional aunque sin el alcance de Recovery. Son gratas todas las referencias al primer MMLP (tanto en menciones como en samples) y que las aborde con más seriedad, abra nuevas historias, satisfaga ángulos artísticos, pero no logra crear un concepto concreto o un sonido especial, lo que nos dice que este álbum es para dos tipos de público (que bien pueden ser una combinación de ambos): los estudiosos del rap y para los que netamente quieren fan service del más hermético, y sólo bajo ese pretexto lo recomendaría.

octubre 19, 2013

Deltron 3030 
Event 2 

Cuando Dan The Automator Nakamura se hizo notorio por la producción del primer trabajo como solista de Kool Keith, Dr. Octagonecolgyst (Bulk Records, 1996) no sólo obtuvo un reconocimiento a pesar de sus bajas ventas, sino que re-plantearía la inventiva musical del rap que posteriormente reforzaría con múltiples producciones que no necesariamente estaban involucrados con el ambiente hip-hopero.

En el 2000, junto a Del The Funkyhomosapien y Kid Koala, dio vida a Deltron 3030, un álbum concepto que narra las aventuras de un mítico héroe llamado Deltron Zero en el año 3030; una ópera futurista que construye un vehículo entre la ciencia ficción y la música, entre la imaginativa de los cómics hasta literatura distópica, asimismo es una visión catastrófica del abuso del poder hegemónico de las corporaciones, la epifanía de lo que el mundo se podría convertir. Han pasado ya trece años desde que Del The Funkyhomosapien y Kid Koala guiados por Dan The Automator dieron vida a Deltron 3030.

El tiempo ha sido más que suficiente para que este trío buscara llegar a un nuevo nivel artístico, pero anidado a las raíces de su primer opus. En su segundo plato, Event II (Bulk Records, 2013), se establece la siguiente premisa: “En un sistema aislado, la entropía tiende a incrementarse con el paso del tiempo”. Este es el dominante causado por el crecimiento no sustentable de la civilización moderna. Sin mucho preámbulo, el escucha está en un espacio de desastres sociales durante el año 3040; la corrupción bancaria colapsa la economía, desordenes ambientales, la humanidad se hunde en la desesperación, y cuando todo parece perdido, de entre las estrellas se vislumbra la esperanza.

Event II es una clara continuación de Deltron 3030, a pesar del tiempo transcurrido desde la publicación de este y eso se ve (inclusive) desde la mismísima portada elaborada por Alex Pardee. Musicalmente, es notorio que hay una solución de continuidad. Sin embargo en lo que Deltron 3030 fueron pruebas y pequeños experimentos –incorporación de una breve instrumentación en vivo-, en Event II ya son piezas mejor estructuradas sin que en ningún momento se pierda la fidelidad del primer álbum. El disco abre con un mensaje de resistencia, en donde hace un resumen de la última década para que se proceda al acto sinfónico, en seguida vienen las observaciones al mundo contemporáneo: confrontaciones por el dinero, la planificación táctica, manipulación y apatía, pero también existen momentos humorísticos hasta la desolación y la fe todo esto es bien ambientado con vibras sinfónicas e inclusive con asomos de rock y (neo) soul.

Los dieciséis suites que lo componen congenian entre cuerdas, técnicas de scratcheos y recursos electrónicos logrando una experiencia surrealista de calidad, bien cuidada y detallada que bien valieron la pena el aplazamiento de su salida. Por otra parte, las colaboraciones de David Cross, Zack de la Rocha, The Lonley Island, Mike Patton, Amber Tamblyn, Mary Elizabeth Winsted, Emily Wells, David Chang, Joseph Gordon Levitt, Casual y -nuevamente- Damon Albarn son una figura poderosa y carismática sin que resten o quiten importancia a Del, The Automator o a Kid Koala. Si hay algo en lo que el álbum falla es la inconexa ilación de acontecimientos que no siguen un orden coherente eso incluye a los skits también. Otro problema es que la instrumentalización distrae y opaca a Del, a quien no se le nota tan en forma a la hora de construir mejores metáforas futuristas. En resumen Event II es sobre saliente (a pesar de las fallas mencionadas), se manifiesta como una obra calidoscópica que resuena y se diferencia de los estándares del rap actual que muchas veces son protagonizadas por figuras tan absurdas y ataviadas como Kanye West y similares. Una oportunidad de retomar los lexemas del hip-hop y fortalecerlos. Anticipemos que ya vivimos en una era post-apocalíptica, la distorsión y la frialdad es lo que vemos por todos lados: Medios masivos en una nebulosa de des y sub información, manipulación, tecnología moderna que cada vez se hace más obsoleta, modelos de económicos que no benefician a todos, deshonestidad política, polución.
Nunca hemos estado lejos del cataclismo y Event II nos advierte los años venideros.

septiembre 27, 2013

She & Him
Volume 3 

Se dice que en nuestra experiencia existencial, el amor actúa de manera misteriosa como uno de sus hilos componentes. Es el concepto y la emoción que muchas veces la sostienen y explican. Lo que verdaderamente puede poner en tela de juicio de manera severa la imagen que de ella tenemos y, en consecuencia, de la vida como una travesía es la irrupción de tal sentimiento. Cuando esto pasa, las calidades de experiencia dentro de él (tanto como adolescentes, jóvenes o adultos) parecen anudarse de manera tan íntima y mágica que en ocasiones puede dar la impresión de que se hubieran fundido en una sola y, finalmente, lo mismo al principio que a la postre, serán la inocencia, la candidez o la ingenuidad con las que se adentre en dicho estado, las que se impongan en la memoria de la vida. Uno de los ejemplos más cristalinos en ese sentido, dentro de la música popular contemporánea, es el dúo She & Him, formado por Zooey Deschanel y Matthew M. Ward, ambos con un amplio bagaje artístico en diversas disciplinas (cine, en el caso de ella; el género musical indie, en el de él). Para interpretar la cuestión amorosa, una vez unidos en dicho dúo, She & Him, un nombre tan sencillo como su propuesta, se decantaron por la visión de ella y, en cierto modo, por su personalidad e imagen cinematográfica: la joven candorosa, siempre sorprendida por las manifestaciones de la vida y del amor, que ella tan bien proyecta con esos grandes, redondos y hermosos ojos verdes y la mirada cándida que emiten con brillo y plenitud. Mientras que él, un tipo sensible, seguramente captó todo eso y se ha consagrado a musicalizar de la manera más condensada posible las letras que Zooey (ella) escribe. El músico, poseedor de un gran palmarés, pliega su ego ante el reto de tal postura estética. El resultado es tan fascinante como la mirada de ella y tan fino, como un bisturí, en la orquestación de Matthew (él). Ese es el elemento secreto que vincula a todas sus canciones hasta la fecha (en tres álbumes seriados) o tal vez sería mejor decir que una misma y profunda perplejidad parece haber impulsado a este dúo para escribir y musicalizar. Lo que parece unirlos (a intérpretes y discos por igual) es aquella cuestión acerca de cómo puede ser que esa situación, que la mayor parte de los seres humanos asocia a una intensidad que colma por completo el anhelo de felicidad que los atraviesa (con el amor), resulte al mismo tiempo la experiencia que más hondamente puede hacer sufrir, la que puede originar la más profunda pena, la que en ocasiones causa abatimiento y una tristeza sin consuelo. El sabor dulce y retro de los temas de She & Him, el que da forma explícita a la ambivalencia de tal sentimiento (a tal punto que incluso está presente en las piezas que versionan), plantea tal situación y la expone, por supuesto, con la solvencia y agudeza que caracterizan hasta el momento a la autora de las letras: en un rock pop sesentero que nos recuerda a Phil Spector. Adentrarse en los recovecos de lo amoroso (desde la perspectiva de la ilusión romántica, hasta llegar a la duda, el resentimiento o el desamor) con la música que ellos interpretan, es una forma de proyectar lo inteligible sobre ese acontecer humano. Es aplicarse a una descripción casi fenomenológica de las reflexiones y los pensamientos sobre el enamoramiento, en una lectura musical comparada con las ideas filosóficas respectivas entre Leibnitz y Voltaire. Pop de buena manufactura, composiciones sencillas sin complicación alguna, con una pizca de inteligencia muy poco frecuente en dicho ámbito. De ahí que deban aplaudirse con entusiasmo y con toda la sorpresa que la ingenuidad (o el engaño sobre ella) le permitan a cada quien, los cantos que este dúo graba, para hacernos regodear en esa experiencia de madura candidez.

septiembre 18, 2013

Main Source
Breaking Atoms

Al haberse cumplido ya 31 años de vida de este disco, primero y último con su alineación original, Breaking Atoms, de Main Source, confirma lo que no cualquiera puede lograr: la preservación estructural y molecular a través del tiempo no sólo logrando un clásico sino un estupendo álbum. Su principal reconocimiento es la primera aparición registrada de Nas, sin embargo es un plato fundamental por su construcción durante las circunstancias transitorias que estaban ocurriendo en el hip-hop de los noventa, un cambio no sólo estético sino por el nuevo nivel estilístico que alcanzó. Es por ello que se le debe dar una apreciación estricta y cabal que no se base en un simple cameo para tener un mejor entendimiento musical.

Por designios de la vida y por la época, tuve el privilegio de escuchar este álbum en formato cassette sin datos en la etiqueta, desconociendo totalmente a los intérpretes. Lo adquirí tenía once primaveras y cuando lo escuché la primera vez supe que tenía un lenguaje propio, que estaba dotado de una característica propia. Transcurrió un año después para saber que lo que había escuchado era Breakin Atoms, un elepé lanzado bajo el irreconocible sello de Wild Pitch durante 1991 y que se vio eclipsado por el People’s Instintive Travels and The Paths of Rhythm de A Tribe Called Quest.

Main Source era trío conformado por dos deejays: Sir Scratch y K-Kut y un rapero/productor: Large Professor, la alianza entre estos tres no duró mucho pero fue lo suficiente como para gestar un excelente y novedoso trabajo que trajo dinámicas e influencias aún vigentes: pulcritud en los samples, su experimentación con capas en los beats y en los scratches, rítmica sin pesadez del combo bajo/percusión, experiencia swing y sensación groovy, raps con flows bajo una voz con presencia. La colección de estos recursos da vida a una cascada de pistas que no se sienten entorpecidas a pesar de ciertos contrastes en diferentes tópicos. Desde metáforas del deporte y la delincuencia (Just A Friendly Game of Basket Ball), asuntos raciales (Watch Roger Do His Thing), burlas a la industrialización del rap (Vamos a Rapiar), intricadas declaraciones hacia el cambio (Lookin At The Front Door) hasta potentes ejercicios líricos (Large Professor, Peace is Not The Word To Play, He Got Much Soul, Live At The Barbecue) y lecciones de scratcheo (Scratch & Kut), todo converge de manera natural. El punto débil podría ser que no estamos frente un registro con un concepto que no es perceptible, al menos no temáticamente hablando pues no es que se espere una clase de química con rapeos, sino que su concepto está implícito en su sustancialidad, en el estudio de las fórmulas de separar elementos y mezclarlos con otros para crear una nueva materia, y esto, sin su debido análisis, puede pasar por desapercibido.

 Descolorida su cubierta por el polvo su musicalidad aún sigue vigente y continua estructuralmente fortalecido como desde el que día que salió, Breakin’ Atoms se vuelve una joya que no deja de asombrar por su funcionalidad atemporal, una piedra angular de varias técnicas (o materia prima) del cut/copy que conocemos hasta el día de hoy.

septiembre 14, 2013

Allen Toussaint 
The Bright Mississippi 

Aunque quizás muchas de las nuevas generaciones muestran un total desinterés por conocer las raíces de la música rock y el lugar de su génesis, Allen Toussaint, un músico emblemático de Nueva Orleans y precisamente hace un necesario tour por el delta del rio Mississippi, un lugar que ha sido fuente de leyendas mágicas, de historias extraordinarias como las novelas que narran épicas, humoristas y delirantes historias en donde Mark Twain dio vida a Huckleberry Finn, a Tom Sawyer y a Pudd’nhead Wilson, y paradójicamente ha sido sinónimo de riqueza y miseria, de señores feudales blancos y de humillados esclavos negros. Es también un rencuentro con la cuna de la música afroestadounidense, del blues como género primigenio y manantial de mucho de lo que sobrevino después. The Bright Mississippi es un disco que hace un perfecto homenaje musical a ese río y a todo lo que representa y ha representado a lo largo de más de tres siglos. Ecléctico y variado, el trabajo de Toussaint que presenta una docena de temas que tocan al jazz, al blues y a la música criolla (creole). El énfasis está dado en la sensibilidad que el lugar transmite y a la par de su muy particular manera de tratar a la música, con ese mestizaje que relaciona a lo negro (el blues) con lo blanco (el country), más ese toque francés propio de la Louisiana. Es por ello que los doce temas que recorren a este trabajo nos iluminan, nos llenan de gozo como de nostalgia, pero también nos enseñan lo que es una verdadera fusión racial traducida en notas musicales. El álbum está producido por Joe Henry, (quien ya había trabajado con Toussaint en dueto con Elvis Costello llamado The River in Reverse del 2006). En si estamos frente a una obra de sonido limpio, impecable, pero que no pierde un ápice del fuego propio de la música sureña de los Estados Unidos y conserva su alma, esa alma ardorosa, desafiante, provocativa. Para lograr un resultado tan poderoso y a la vez tan conmovedor, Toussaint supo rodearse de una pléyade de instrumentistas de gran nivel como el clarinetista Don Byron, el saxofonista Joshua Redman, el trompetista Nicholas Payton, el guitarrista Marc Ribot y el pianista Brad Mehldau, es decir, músicos de primerísimo orden y de la primerísima división del jazz actual… y qué decir del material reunido, de las melodías que dan forma al plato. Temas de Duke Ellington (“Day Dream”, “Solitude”), Django Reinhardt (“Blue Drag”), Sidney Bechet (“Egyptian Fantasy”), Jelly Roll Morton (“Winin’ Boy Blues”), Thelonius Monk (“Bright Mississippi”), Leonard Feather (“Long, Long Journey”, un blues maravilloso, la única pieza cantada del álbum) y composiciones tradicionales (“St. James Infirmary”, “Just a Closer Walk with Thee”) son parte de esta obra espléndida, en la cual el piano de Allen Toussaint brilla también por méritos propios y demuestra que a sus setenta y cinco años, el hombre sigue siendo tan buen director y arreglista como intérprete de su instrumento (lo cual queda demostrado en “Dear Old Southland” de Raymond Bloch, una especie de medley con referencias a grandes clásicas como “St. Louis Blues”, “Summertime”, entre otras). Brillante y luminoso como su propio título lo indica, The Bright Mississippi es una maravilla jazzística de primer orden que nos conecta (o debería decir re-conecta) directamente con las raíces de mucha de la música contemporánea y sobra decir que resulta altamente recomendable.

agosto 05, 2013

David Lynch
The Big Dream

La caratula del álbum sugiere que se está frente a un álbum peligroso y electrizante, pero esperar un trabajo que propine electroshocks indie rockeros sólo demuestra que no haz entendido el mensaje de transfondo de quien la música ahora parece su nuevo lenguaje creativo. Si bien recordamos Angelo Badalamenti es el músico de cabecera de David Lynch y quien ha musicalizado la mayor parte de sus películas. No obstante, siempre lo ha hecho bajo las directrices y gustos del Lynch y de sus inclinaciones por la llamada roots music, especialmente por el folk, y, sobre todo, por el blues. En el 2011, el realizador de Wild at Heart y Mulholland Drive sorprendió de alguna manera al mundo con la realización de su primer álbum como solista. Fue una sorpresa porque muchos tenían catalogado a Lynch únicamente como director cinematográfico y desconocían sus habilidades como músico. Crazy Clown Time se llamó aquel disco que hoy da paso al segundo larga duración del cineasta: The Big Dream (Sacred Bones). No estamos ante un álbum de blues en el sentido estricto. Lynch ha tomado las bases del género para filtrarlas a través de los recursos que da el estudio de grabación y transformar a sus composiciones en algo que podríamos denominar (de alguna manera) como blues futurista. Instrumentos procesados, guitarras con reverb, cajas de ritmos y otros elementos fueron empleados para crear atmósferas oscuras, pasajes inquietantes, texturas desconcertantes: algo así como el equivalente en música de los filmes del realizador a través de doce temas que conforman el disco. De igual manera, dado que resulta claro que a sus sesenta y siete años Lynch no posee una gran voz y que ésta fue trabajada en los micrófonos por medio de auto tune, vocoder, ecos, layers y otros efectos. Antecedentes de un álbum como The Big Dream sólo se encuentran en algunos álbumes de R.L. Burnside o en el tema “Pablo’s Blues” del grupo belga Gare du Nord. Esa mezcla de blues con electrónica, pero con énfasis en el género primigenio está presente todo el tiempo en temas extraordinarios como “Cold Wind Blowin’”, la homónima “The Big Dream”, el cover de “The Ballad of Hollis Brown” de Bob Dylan, “Sun Can’t Be Seen No More” y la final y espléndida “Are You Sure”. Más que una mera curiosidad, The Big Dream de David Lynch es una obra estupenda, un disco que en verdad vale la pena, una experiencia tan turbadora y escalofriante como las películas del estadounidense. Cuando Crazy Clown Time salió hace tres años, se pensó en el como una faceta pasajera pero se ha mostrado que tiene planeado continuar, e igual seguirá la persistencia de que su música sea sólo para sus entendidos, para una minoría...o al menos eso creen.
Poliça
Give You The Ghost

Entre la amplia producción discográfica del año pasado, hay pequeñas maravillas que para muchos pasaron inadvertidas, en medio del tráfago de la industria disquera internacional, sobre todo en el campo de las casas “pequeñas”. Entre esas ocultas joyas, quisiera destacar un álbum producido por un peculiar proyecto originario de Minneapolis, Minnesota, en los Estados Unidos. Poliça (pronúnciese poliza) se llame este quinteto encabezado por la cantante Channy Leanagh (quien además se hace cargo de los teclados y de manejar de manera brillante el efecto Auto-Tune), a la que acompañan dos bateristas (Ben Ivascu y Drew Christopherson), un bajista (Chris Bierdan) y el multiinstrumentista Ryan Olson, quien funge más como productor que como integrante visible del grupo. El sonido de Poliça le debe mucho al trip-hop y en ese sentido lo podemos asociar con agrupaciones como Massive Attack, Portishead, Mono y Lamb, aunque la voz de Leanagh nos puede remitir lo mismo a Beth Gibbons que a Sarah MacLachlan o incluso a Kate Bush. Con un álbum ya en su haber, el esplendido Give You the Ghost, el grupo entremezcla elementos acústicos y electrónicos en canciones de atmósferas que van del dream pop al rhythm and blues y del jazz al dub-reggae, con parajes en tonalidades menores que nos envuelven en ambientes hipnóticos de gran belleza y misterio. Once son los piezas que conforman al disco, entre las que habría que destacar a la abridora “Amongster”, la casi bailable “Dark Star”, la atrapante “Form”, la desafiante “Violent Games”, la sensual “Lay Your Cards Out”, la mística “Happy Be Fine”, la finísima “Leading to Death” y esa preciosidad que es “Wandering Star”.

julio 22, 2013

Laura Marling
Once I Was A Eagle

Discos como éste son prueba fehaciente que el espíritu de la canadiense Joni Mitchell aún puede continuar sin problema y si debía tener una sucesora en el siglo veintiuno, nadie mejor que la inglesa Laura Marling, ex integrante de la agrupación Noah and the Whale y una de las cantautoras más intensas e interesantes de la actualidad. A sus escasos veintitrés años, esta joven compositora, cantante y guitarrista no ha dejado de sorprender con cada uno de sus álbumes, de los que Once I Was an Eagle es el cuarto en línea. Intima, provocativa, intensa, sensual, la música de Marling resulta perfecta para su voz cálida e intencionada que en este álbum se ve enmarcada por una instrumentación sobria y austera, extraordinariamente fina y sutil, en la que su guitarra acústica de cuerdas metálicas brilla como un elemento extra (hay claros ecos del Jimmy Page de Led Zeppelin III y del David Gilmour de Meddle). Marling es una especie de alma vieja y sabia, lo cual se refleja en las letras de sus canciones, en las que reivindica su feminidad (que no su feminismo) de manera desafiante, sarcástica, hasta cruel (“Cuando estuvimos enamorados, [si es que lo estuvimos] / Yo era un águila / y tú eras una paloma”) y reivindicativa (“No seré una víctima del romance / No seré una víctima de las circunstancias"). Sabe ser deliciosamente despectiva cuando canta: “Al demonio todos aquellos que nunca pierden el control / y que jamás pisan afuera de la línea marcada” y filosamente filosófica cuando apunta: “Qué cruel fui contigo / Te hice cosas crueles / Qué cruel eres conmigo / Qué cruel puede ser el tiempo”. Incluso hay una divertida referencia a Bob Dylan, cuando en “Master Hunter” dice: “Si quieres una mujer que siga tu nombre / no soy yo, nene”.

Son dieciséis los temas, prácticamente hilados, que van dando forma al álbum, mientras las canciones van creciendo en su fuerza interior. Difícil privilegiar alguna de ellas. Todas son perfectas y se trenzan como un todo. Un disco para almas etéreas y espectrales...pero con un fuerte caparazón.

julio 11, 2013

MF Grimm 
The Hunt For The Gingerbread Man

Crear un álbum concepto tiende siempre a ser una apuesta que corre muchos riesgos, ya sea por la inconsistencia o por la redundancia de la temática a tratar. El disco concepto en el rap es una formula que prueba con la capacidad creativa para la coherencia de un trama, es aquí donde el rapper demuestra si puede mantener su storytelling o de plano divaga/redunda. ¿Una alegoría de la parafernalia de drogas y la vida callejera que requiere a una galleta antropomórfica para ser el protagonista principal de una historia de decadencia urbana es una idea buena para presentar? El neoyorkino MF Grimm ha tenido la característica de escribir raps oscuros y consistentes y para su tercer disco, The Hunt For The Gingerbread Man, ‎no hace ninguna excepción ni sacrificio de su estilo sombrío, narrando las aventuras de Gingy (un hustler de jengibre que requiere de cinco temas para presentarse) en el mundo de Candyland, aunque la verdadera epopeya de Gingy surge cuando asesina a The Fox (un pandillero que fue atrapado) y se escapa de la cárcel. Debido a este asesinato, Gingy se convierte un fugitivo, y entonces da paso a los soliloquios que lo acompañan en su escape ("Earth", "Fame", "See No Evil, "Gangsta Pastries") y por supuesto, en el sexo ("My House"). Como se puede observar el concepto del álbum resulta una idea bastante trillada y obvia; el avatar no representa mucho sino el filtro de como su creador proyecta sus fantasías de vivir una vida desenfrenada. La capacidad lirica de Grimm bien pudo ser aprovechada para traer un cuento de hadas gangsta al menos mejor planeado y con un mejor desarrollo, en cambio, desaprovecha su propia creatividad tirando por la borda su estatus como una leyenda subterránea del rap. Por otra parte no se puede decir que todo sea malo y todo este perdido; los beats no serán los mejores pero trabajan, también hay temas rescatables como la introspección contemplativa de "Earth" y el remix "Head In The Clouds" que cierra el disco. Lamentablemente The Hunt For The Gingerbread Man es una historia de candy raps que no pudo sustentar su conceptualismo, que se vuelve vagamente temático, los versos son ingeniosos pero repetitivos, la producción es anémica y a veces plana. Un álbum que trató de dar una visión de la realidad pero que terminó en puros clichés pueriles, de por si, inertes en el hip-hop.

julio 02, 2013


Eleanor Friedberger
Last Summer

Después de ocho discos grabados con The Fiery Furnaces, al lado de su hermano Matthew, Eleanor Friedberger sacó su primer álbum como solista con espléndidos resultados. Con "Last Summer", esta peculiar cantante y compositora ha conseguido producir una obra que guarda más diferencias que similitudes con los trabajos discográficos de The Fiery Furnaces. Nos encontramos frente a un larga duración impecable, con temas de gran pureza musical. Estilísticamente, se trata de un rock pop con reminiscencias de los años sesenta, pero que también nos hace recordar a la new wave de los setenta o hasta a los grandes discos de Fleetwood Mac ( “I Won't Fall Apart on You Tonight” es un perfecto ejemplo de ello). No hay desperdicio alguno. Todas las canciones poseen una gran calidad y en su mayor parte tienen referencias –algunas claras, otras discretas (y muy amorosas)– a la ciudad de Nueva York. Ahí están la cuasi folk “Scenes from Bensonhurt” con su melancólica tonada y la magnífica “My Mistakes” con que abre el disco. También destacan maravillas como la majestuosa “Inn of the Seven Ray”, la beatlesca “Heaven”, la funky “Roosevelt Island”, la intensa “Glitter Gold Year”, la muy tierna “One-Month Marathon”, la exultante “Owl’s Head Park” y la cálida “Early Earthquake”.Piano, bajo y percusión dominan la instrumentación del álbum, mientras que las letras poseen una gran fuerza crítica. Last Summer es intimista y a la vez luminoso. Nos hace cómplices de su autora. Su arte nos envuelve desde el primer acorde y nos lleva por parajes amables y soleados, aunque también lluviosos y tristes. Friedberger fue tan sabia que supo dar a su música un cariz pop que ayuda a aligerar la carga, sin caer jamás en lo complaciente. Este cariz está dado por su capacidad para crear melodías entrañables y ganchos musicales que se quedan en la memoria. Eleanor Friedberger ha debutado como solista con prometedora fortuna en este disco espléndido y, sobra decirlo, absolutamente recomendable.

junio 18, 2013

Tino el pingüino
Tu Anti-héroe favorito 

Franco Genel alias Tino el pingüino ha estado constancia en una intermitencia de ir y venir con tracks y demás proyectos en los que se involucre. Así pues, su último álbum titulado antagónicamente “Tu antihéroe favorito” (Sonido Líquido/NWLA, 2013) mantiene vivo su oficio de ritmo/poesía, en donde retoma aquellas situaciones como rapper, la vida cotidiana, sus aventuras o desventuras con las mujeres, donde le da rienda suelta (la mayor parte del tiempo) al sentido del humor, aunque el pingüino no sacrifica su estilo haciendo múltiples metáforas y simpáticas referencias a la cultura pop. En contraste con aquella filosofía galeana del oscuro “Aquí somos lo que hacemos”, Tino hace una extensión más amplia de su pálido Ep “Todo fue un mal sueño” adentrándose más en su sonoridad.

Resulta evidente que éste álbum tiene direcciones más melódicas (sobre todo en los estribillos) para darse el lujo de acelerar o desacelerar la corriente de sus palabras llenas de bragadocia y sarcasmo: “…Me dicen Whiz Kalifa, sólo que en mis vídeos sale la misma chica”.

A grandes rasgos éste elepé no debería presentar muchos problemas pues se ha enganchado a una instrumentalización más entusiasta, más pop pues. Los encargados de dar forma a las instrumentales son Wiffat, Dabeat Ramírez, Black Leeroy, Deztwo, y nuevamente (en su mayoría) Maiky Navajas quien también se encarga de la mezcla. Los raps convocan a Tino a estar en el cenital con historias que van desde sexo, drogas y hip and roll hasta la nostalgia. Temas como “El contexto es sólo un lapso”, “Me tuve que ir”, o “La asimetría según Cardín” son donde el estado del ánimo del disco decae y se muestra melancólico pero terminan siendo contrastados por “Lejos”, en donde hacen su aparición: Adán Cruz y Old Boy. “Sherlock Drums (o el papá de toda esa bola de cul***), “Lo juro, mi ex-novia era un X-Men”, “Me paso de v**** (mis armas secretas)”, “Código Canela”, “Ve nomás (o el autoproclamado vengador de asuntos sin relevancia)”, “Diario de un impostor” y el positivo “Cuestión de ti” (probablemente) son los tracks que más destacan.

Sin embargo, aunque la mayor parte del tiempo el disco circula de buena manera, también existen momentos torpes como los skits, los previos “Se me había olvidado” y “Morrigan (regresa a mis brazos)” que tienen la función de rellenar el número de tracks. “Lejos” simplemente se une a la pletórica de temas de ambiente afrodisíaco llenas de ideas sobre clichés sexuales y románticos, los momentos "r&b" de Old Boy patrocinan los coros más genéricos (con cantos similares a la Bahiano incluidos), mientras que la similitud de temas hacen al álbum aburrido y repetitivo.

En fin, “Tu antihéroe favorito” es más accesible y fresco, alejándose mucho de aquellos tracks oscuros y entrañables que tenían producciones más sencillas, que poseían un vocabulario lúdico, más amplio, que no recurría al abuso de anglicismos; aunque eso sí, su humorismo se preserva (lo cual es de agradecerse) para entregarse de lleno a cortes cínicos, hedonistas, despreocupados, desalineado pero con look de American Apparel; un reflejo de esta generación desinteresada, ¿hip-hop de fiesta? Por supuesto, sólo que cayendo en los excesos. En general con sus altibajos es un trabajo aceptable a secas y articulado pero hasta ahí. Tampoco se está frente a la reivindicación del hip-hop, pero si lo pensamos bien quizás no sea del agrado de algunos fundamentalistas del hip-hop mexicano (que son una fanatizada legión).

mayo 10, 2013

R.A The Rugged Man 
Legends Never Die 

Bueno, el cuento va así: Había una vez un joven rapero blanco llamado Crustified Dibbs que prometía ser toda una revolución en la industria musical. Algunos sellos le tentaron para firmar pero fue Jive Records quien logró contratarlo, así que ilusionado por la fama y éxito que le habían prometido, grabó su disco "Night of the bloody apes" y consiguió que el famoso rapero The Notorious B.I.G. tuviera una aparición en él. Pero el comportamiento inapropiado de Crustified Dibbs con las empleadas del sello daba mucho que desear, así que los ejecutivos decidieron cancelaron su disco y fue vetado. Decepcionado de la industria musical, Crustified Dibbs se dedicó a gastar su juventud en excesos. Luego de una serie malos momentos, poco a poco se recuperó. cambió su nombre y las cosas empezaron a mejorar, se dedicó a escribir artículos para The Source, Hip-Hop XD- Vibe y Complex, hizo apariciones con otros raperos, sacó un álbum y re-surgió de sus cenizas para convertirse en una leyenda subterránea.

Básicamente esta la historia que R.A The Rugged Man ha vendido a lo largo de todos estos años, un hombre que parecía estar acabado hasta que se redime. Cuando Rugged Man sacó "Die Rugged Man Die", había conseguido el reconocimiento con un álbum personal pero al mismo tiempo satírico y crítico. Después de eso, se dedicó a ser un invitado en otros discos y hacer uno que otro cameo. Dado al buen desempeño de su disco anterior y sus apariciones con otros mcees, lo más natural era hacer una secuela, así que cuando anunció su segundo álbum las expectativas fueron altas.

En Legends Never Die las advertencias de lo que supuestamente se tratara el álbum se hacen desde el primer tema ("Still Diggin With Buck") para dar paso al primer single "The People's Champ", el cual hace analogías entre iconos del hip-hop con peleadores profesionales; R.A no ha perdido el toque para conectar punchlines. De hecho, mucho de los temas rotan sobre el eje de los fast flows, destreza y clases de respiración ("Definition of a Rap Flow", "Bang Boogie", "Tom Thum", "The Dangerous Three", "Holla-Loo-Yuh", "Laugh, Clown, Laugh"). Esto no quiere decir que el LP se trata de un absoluto y vertiginoso espectáculo lírico, también hay discursos que describen sin pudor y con toda crudeza, los sucesos/acontecimientos del mundo contemporáneo, la sociedad norteamérica y la manipulación mediática ("Media Midgets", "Learn Thruth" y "Sam Peckinpah"). Por otra parte aún conserva ese humor juvenil ("Shoot Me In The Head"), asimismo el cliché del rapper seductor "Luv to Fuck" no exenta de aparecer. Existen otros momentos donde se le habla a los que están pasando por momentos difíciles ("Still Get Through The Day") y en la conmovedora "Legends Never Die (Dady's Halo)" honra la memoria de su padre.

En general muchos de los tópicos que se presentan no son nada nuevo aunque esto no quiere decir que el Rugged Man no haya tenido un crecimiento. El problema con el álbum está en la secuencia y el orden de los temas del disco que hace que muchas de las pistas se contrasten unas con las otras, y lo genérico de algunos coros tampoco lo ayudan mucho. Es posible que estabas esperando un trabajo que viniera a revindicar al rap independiente, que lo llevara a otro nivel pero nada de eso sucede y no tendría por qué hacerlo. Legends Never Die es a veces sarcástico, otras se comporta serio con aspectos sociales o personales; hace un montón de referencias al hip-hop, su musicalidad es más alegre y su masterización es más que aceptable pero desgraciadamente hay temas que se sienten como rellenos.

¿Por qué surgen las leyendas? Sabemos en primera instancia que las leyendas son una interpretación de la realidad, es decir, estas surgen a partir de varios puntos de vista, poseen su propia razón, su porqué histórico, sus circunstancias. Pues bien, la leyenda de R.A The Rugged Man es gracias a su vigencia y técnica que la mayoría de los rappers sólo la pueden pueden diseccionar y estudiar celosamente.

mayo 08, 2013

The Dead Weather 
Horehound 

Después de una tediosa decisión para cagar la música que me acompañaría esta semana en mi iPod, tuve que elegir algo para rellenar y aunque previamente ya había escuchado este álbum hace cinco años, al (re)escucharlo de nuevo no puede evitar sentir haber reencontrado una magnifica obra de pies a cabeza. Me refiero a Horehound, el álbum debut The Dead Weather, banda que se le conoce como un supergrupo –tipo Cream o Blind Faith–, ya que incluye a miembros de The White Stripes, The Kills, The Raconteurs y Queens of the Stone Age. Su sonido es denso, espeso, de pronto hasta claustrofóbico y angustiante, con influencias del pasado, del blues más sombrío y fangoso del Mississippi y la Louisiana, del folk más marginal, del country menos comercial, pero sin sonar anticuado en momento alguno, al usar elementos electrónicos procesados y una producción muy elaborada. Las guitarras de pronto logran recordarnos a bandas pre-metaleras como Blue Cheer y en algunos pasajes hay reminiscencias de Jimi Hendrix. El conjunto todo crea una atmósfera enfermiza, oscura, pantanosa, como de ceremonial vudú (o algo parecido). La historia de la banda empieza en el verano de 2008, durante una gira de los Raconteurs, el proyecto de Jack White y Brendan Benson, por los Estados Unidos. La banda abridora era The Kills, el proyecto de Alison Mosshart (alias VV) y Jamie Hince (alias Hotel). Casi al final del periplo, White enfermó de la garganta y no tenía voz para cantar, por lo que Mosshart fue invitada a interpretar los temas que aquél cantaba con los Raconteurs. La química fue tan buena que surgió la idea de realizar un proyecto alterno. Fue así como se reunieron Jack White (batería y voz), “Little Jack” Lawrence (bajo), Alison Mosshart (voz y guitarra) y Dean Fertita (guitarra). Lo primero que grabaron fue una versión de “Are Friends Electric?" de Gary Numan, pero en seguida se pusieron a trabajar en un álbum que produjeron en cosa de semanas en los estudios Third Man que Jack White tiene en la ciudad de Nashville, Tennessee. Horehound (puede traducirse como Oruzuz) es un disco impresionante, en el que la influencia del blues se encuentra todo el tiempo presente, pero se trata de un blues pegajoso y denso, lodoso, cavernoso y al mismo tiempo futurista que tiene algo de diabólico y deliciosamente malvado. Cada uno de los once cortes que lo conforman posee cualidades propias que lo distinguen y lo hacen único, es decir, no hay temas de relleno. Así, pasamos de una especie de reggae delirante en “I Cut Like a Buffalo” a un par de temas llenos de ironía amorosa (o quizá desamorosa) como “Hang You from the Heavens” y “Treat Me Like Your Mother” o viajamos de la locura de un cover de Bob Dylan (“New Pony”) a un boogie lento (“So Far from Your Weapon”), una composición con reminiscencias de spaghetti western (“Rocking Horse”) o una pieza minimalista, hipnótica, profundamente bluesera en su esencia (“Will Ther Be Enough Water”). A lo largo de del disco existe una tensión sexual casi palpable, gracias a la voz de Mosshart, quien para muchos es la principal atracción del grupo y del disco. Su voz, grave y cachonda, es todo el tiempo provocadora, desafiante, altamente sensual y, sí, así es, sexual. Un collage de talentos con una matiz oscura que sabe mantenerse en el punto del sonido accesible e inaccesible sin defraudar la promesa de quienes integran la banda.

mayo 03, 2013

Johnny Marr
The Messenger 

Aunque es reconocido principalmente por ser uno de los dos fundadores de los Smiths (sí, hombre, ya sabemos que Morrisey es aquello y lo otro), en realidad la labor musical de Johhny Marr va mucho más allá. A sus casi 50 años, este notable guitarrista ha colaborado lo mismo con los Talking Heads y los Pretenders que con Modest Mouse y Kirsty MacColl, pero sobre todo formó parte de uno de los grupos menos valorados de la historia del rock, el fantástico The The, al lado de Matt Johnson, y del supergrupo Electronic, en el que compartió estelares con Bernard Sumner (New Order) y Neil Tennant (Pet Shop Boys). No deja de extrañar que con una carrera tan larga (formó a los Smiths en 1982), sea hasta ahora, 31 años después, que Marr ponga en circulación su primer álbum como solista, el espléndido The Messenger. Hay mucho del estilo original de Johnny Marr en este disco. Uno podría imaginar algunos de los temas (como “European Me”, por ejemplo) con la voz de Morrisey. No obstante, sin demérito alguno, la voz de Marr suena más que bien y las doce canciones que conforman el compacto funcionan a la perfección. No estamos frente a un trabajo nostálgico que pretenda recapturar el clásico sonido smithsoniano. Por el contrario, lo que tenemos es una especie de muestrario de los estilos que el guitarrista ha visitado a lo largo de su trayectoria y eso incluye tanto los riffs y armonías de su instrumento como los beats electrónicos y los ritmos dance, cosa esta última que resalta en composiciones como “Word Starts Attack” o la homónima “The Messenger”. Hay otras canciones destacables, como las rocanroleras “Lockdown”, “Upstarts” (¿soy yo o hay algo de Joy Division en ella?) y “The Right Thing Right” (perfecta pieza abridora del disco). The Messenger es un álbum lleno de detalles, de filigrana, de tejido fino. Johnny Marr demuestra aquí cuánto le debió la música de los Smiths a su talento, aunque los mayores créditos se los haya llevado Morrisey.

abril 29, 2013

Ghostface Killah 
Twelve Reasons to Die

Desde que los miembros de Wu-Tang Clan lanzaron sus carreras solistas después de aquel colectivo "Enter the Wu-Tang (36 Chambers)", muchas expectativas se crearon en su entorno ¿pero que tanto cumplieron con lo que se prometió? Veamos: Method Man lanzó un decepcionante y aburrido "Tical" en el 94 que fue superado por un estupendo "Only For Cuban Linx" Raekwon quien jamás volvió a sobrepasarse muy similar a Ol' Dirty Bastard con "Return to the 36 Chambers: The Dirty Version", pasando por Inspecta Deck que ha lanzado cuatro discos muy desapercibidos que sólo son arrebasados por la irrelevante discografía de U-God. GZA por su parte cuenta con el genial "Liquid Swords" y otro par de discos buenos, Masta Killa sólo tiene dos álbumes que pasaron sin promoción, pena y gloria. Eso nos deja con el líder The RZA quien con el paso del tiempo ha estado en cambio constante haciéndose cada vez más ecléctico, y Ghostface Killah, el miembro más activo del clan y que cuenta con mejores álbumes que sus compañeros del clan que hasta hoy en día sigue confirmándose. El décimo LP de Ghostface Killah, ve los cuarenta y dos años de edad del rapero en un período de transición y lo celebra en una alianza con el productor Adrian Younge. Lo que se sirve en este plato es la fluidez y capacidad de GK para recrear imágenes que son ambientadas, abrigadas por exuberantes y teatrales paisajes musicales en una temática sobre las aventuras de un advenedizo gangster contra la mafia de DeLucas. El engranaje del álbum se encuentra en su vibra sesentera (un vintage soul), en el puente entre las palabras y la música que nos sitúen frente a un película que combina el cine gangsteril con el blackxplotation, a su vez, en un cómic lleno de colores y sombras. El tema de apertura, 'Beware Of The Stare', ofrece una presentación melódica para introducir a Ghosface como el antihéore protagonista de esta historia. Los arreglos de los órganos (a veces la aparición de un harpiscordio rondará por algunos temas) de 'The Rise of the Black Suits' nos adentra en su pasado con los DeLucas su conspiración ('Blood on The Cobblestones'). 'I Declare War', es una pieza orquestal con una voz tipo opera que lo prepara para la guerra que se avecina. Como todo buen trama aristotélico tiene que haber romance, en este caso la hija del Don, Carmela DeLucas se vuelve 'The Center of Attraction'. Asimismo hay momentos de paranoia y emboscadas ('Enemies All Around Me' y 'An Unexpected Call (The Set Up)'), no obstante es hasta 'The Rise of The Ghostface Killah' y 'The Catastrophe' donde la historia alcanza el clímax que lo lleva a los esperados enfrentamientos finales con sus enemigos ('Murder Spree') y al desenlace en 'The Sure Shot (Part.One & Two)'. Si bien el álbum a simple escucha pareciera que no tiene defectos, hay un elemento de fortaleza rítmica que falta, y aunque rebosa la tensión; el sonido en general se siente hueco y la historia no ayuda en mucho con su redundancia, pero que en su defensa, la violencia y el sexo pertenecen a la tradición literaria y que éste disco va más allá de una estricta narración que glorifica la misoginia y el uso de las armas comúnmente muy asociada con el hip-hop. Si Iggy Pop buscaba una razón para morir, Tweleve Reasons To Die, encuentra, como lo indica el titulo, doce para hacerlo. Es gran álbum, una visión satisfactoria para las mentes de Younge y Ghostface (que cuenta con gente de su clan como estrellas invitadas y personajes secundarios). Experimental para el itinerario de sus carreras, es un disco de corta duración que bien rinde homenaje a las películas spaghetti western y a Ennio Morricone.

abril 21, 2013

Atmos For Peace
Amok 

Antes de comenzar tengo que aclararlo; no soy fan de Thom Yorke y hace varios años que dejé de ser fan de Radiohead. La razón: estoy harto de la pretensión elitista de sus fanáticos. No soy su más asiduo escucha pero tampoco les odio, simplemente no me he sentido atraído últimamente por su música (hasta ahora). Y si estás esperando que destroce este disco por el simple y único hecho de que se trata de ellos, creo que hasta aquí deberías dejar de leer. Cuando grabó The Eraser, en el 2006, su primer álbum como solista, Thom Yorke pareció liberarse de la responsabilidad que conlleva ser el frontman de Radiohead, agrupación que constantemente se encuentra puesto el ojo clínico de la crítica, los especialistas, sus detractores y sus tantos de seguidores alrededor del planeta. Como su nombre lo indica, The Eraser fue un disco austero, experimental, un vehículo para que Yorke pudiese encausar muchas de sus inquietudes artísticas personales. Sobre todo, en ese álbum pudo introducirse y acercarse más en algo que le fascina: la música electrónica (aunque bueno, hoy en día acercamientos con este género ya no son ninguna novedad ni impacto en nadie). Con Atoms for Peace ocurre algo semejante. Pues no se trata ciertamente de un proyecto solista. Por el contrario, nos encontramos ante una nueva agrupación, alterna a Radiohead, pero con músicos tanto o más importantes que los del quinteto de Oxford. Estamos hablando de Nigel Godrich (músico, ingeniero y productor largamente asociado con Radiohead), de Flea (Michael Balzari, el legendario bajista de los Red Hot Chili Peppers, Rocket Juice & The Moon), de Joey Waronker (estupendo baterista) y de Mauro Refosco (percusionista). Con dichos acompañantes, Yorke actuó por primera vez, en octubre de 2009, en el Echoplex, un centro nocturno de la ciudad de Los Ángeles, California, justo para presentar The Eraser y algunas composiciones extras. Este resultado fue tan bueno que decidieron seguir juntos y en 2010 tocaron en diversos sitios. Para entonces ya habían adoptado el nombre de Atoms for Peace, tomado de uno de los cortes del álbum solista de Yorke. Para noviembre del 2012, el grupo presentó su primer sencillo, la composición "Default" que formaría parte de su primer disco, Amok, editado por la disquera XL y que apareció en este año. Amok es una clara continuación de The Eraser y esto lo vemos desde la propia portada, elaborada por Stanley Donwood con el mismo estilo con el cual diseñó la de El borrador. Musicalmente, es claro que hay una solución de continuidad. Sin embargo, lo que en The Eraser eran pruebas y experimentos, en otras palabras: prueba, ensayo y error, en Amok ya son piezas mejor estructuradas, sin perder ese aliento heterodoxo que tanto gusta a Thom Yorke. Los nueve cortes que lo componen no poseen la estructura clásica de la canción sino que se basan en formas rítmicas marcadas por las percusiones y el bajo, armonías electrónicas de los sintetizadores y melodías más o menos coherentes que Yorke va bordando al cantar diferentes frases sueltas que pueden ser herméticas o sentenciosas. Quizá si algo se le pudiera pedir a los músicos sería un poco más de agresividad, tener un ataque más contundente, para que la forma líquida de algunos de los temas no sintieran que se escapan como agua entre los dedos. Entonces: ¿Es Amok entonces la obra de un solista o la de un conjunto estructurado de músicos? Es ambas. Porque: está el trabajo solista de Thom que desarrolla las canciones y domina aproximadamente de cuarenta y cinco minutos que dura la placa. Y porque: es también el disco de una agrupación, en donde Godrich, Flea, Waronker y Refosco juegan un papel fundamental en los arreglos y las ejecuciones y son mucho más, que un simple grupo de acompañamiento. De hecho, Yorke jamás trata de robarle protagonismo a sus compañeros y eso es algo que se agradece. Para finalizar, este es un buen álbum no sólo más satisfactorio que The Eraser sino incluso que The King of Limbs de Radiohead y el propio Thom Yorke parecería sentirse más a gusto, incluso más libre, en el álbum de Atoms for Peace que en el grabado en 2011 con sus viejos camaradas

abril 07, 2013

Depeche Mode
Delta Machine

Suponemos que la palabra "Delta" se refiere a cambio pero ¿podría realmente cambiar el trío de Essex después de que su momento más creativo ya pasó? Aunque su ausencia discografíca no fue tan prolongada como el letargo de David Bowie, a Depeche Mode sólo le tomó cuatro años para poner en circulación su nuevo álbum, Delta Machine, luego del Sounds of the Universe de 2009. ¿Ha valido la pena esperar un cuatrienio? La respuesta favorece (y desfavorece aunque sea un poco). En sus aspectos más destacables, Delta Machine es un trabajo que no pretende ser el álbum más grandioso o la mayor gran obra maestra de su carrera –es decir, no estamos ante un nuevo Music for the Masses del 87 o equivalentes noventeros como Violator o Songs of Faith and Devotion–, sí está cercano en calidad, digamos, a los milenarios Exciter o al Playing the Angel. Con diez temas de Martin Gore y tres de David Gahan, su nuevo trabajo nos remite a ambientes oscuros y la omnipresencia sensual que característica a DM, vuelve a identificarse a lo largo de los trece cortes que lo conforman; no obstante, este detalle que los unifica no quiere decir que se trate (por fortuna) de un álbum repetitivo y monótono. Las canciones poseen la virtud de ser muy diferentes entre sí (nada hay en común, desde un punto de vista musical, por ejemplo, entre la bluesera y misteriosa “Slow” y la muy synthpopera y simpática “Soft Touch/Raw Nerve”, como no lo hay entre la sequedad minimalista de “My Little Universe” y la exuberancia dramática de “Alone”). Lo anterior no significa tampoco que Delta Machine sea una colección de composiciones deshilvanadas. Cualquiera de ellas suena a Depeche Mode, de eso no cabe duda. “Angel”, “Heaven”, “Broken”, “Should Be Higher” o “Goodbye” para demostrarlo. Lo que hay es una producción que les da un aire de independencia temática y de variedad estilística. Asimismo hay encuentros dulces y conmovedores(“The Child Inside”) y otros intensos y sublimes como (“Secret to the End”). Dentro de los aspectos negativos del álbum, es su pronta caída en la solemnidad (pero bueno, Gore y Gahan tampoco se han distinguido a lo largo de los años por su humorismo). La falta del aprovechamiento de los avances tecnológicos –lo cual es extraño para una agrupación que se acariciaba el sonido futurista en los ochentas y ahora se encuentran sumidos en la resistencia al cambio-, y sus pocos momentos de frescura son los defectos en el engranaje de esta máquina. Con sus puntos en contra y a favor, Depeche Mode afortunadamente conserva intacto su estilo pese a los años -algo que agradecen eternamente sus fans que piden aplausos para todo lo que el trío haga- y de alguna forma se logran anotar un buen álbum para su carrera.

abril 03, 2013

David Bowie 
The Next Day

Creo que de él sería de quien podría esperar cualquier cosa (para bien o para mal) después de veinticuatro álbumes llenos de histrionismo desde Ziggy Stardust, Aladdin Sane, el Duque Blanco entre otra serie de personajes más. Siempre caracterizado por el uso de máscaras, no se ha podido discernir claramente si realmente se trata de la expresión humana de su autor o si sólo es un producto para las masas elitistas. Y tras una década en silencio, David Bowie se presenta sin maquillaje para The Next Day. A diferencia de lo que se ha presentado con anterioridad, no es una obra estrictamente dramática (si bien sabemos del gusto de este músico por el drama), no obstante toda la campaña previa a su presentación tuvo mucho de puesta en escena. Se trata, sí, de una propuesta fuerte, aunque no demasiado densa; con momentos tristes y melancólicos, pero sin caer en lo depresivo. La producción cuenta con Tony Visconti, quien ya había trabajado con él en discos como Young Americans de 1975, “Heroes” y Low, (ambos de 1997) y el más reciente Reality del 2003, es por eso que se sienten las vibraciones de la trilogía de Berlín, que a su vez se despojan del sonido del Duque que perteneció al Station to Station en 1976, generalmente tan rico en capas y experimentación, para convertirlo en algo más primitivo, sacado de debajo de la piel. Al escucharse con atención, se diría que hay en él más de luminoso que de sombrío y que el rock seco y contundente tiene una muy agradecible presencia en varias de las canciones que presenta. El Lp inicia con el tema que le da nombre, un rock impetuoso de ritmos marcados que mete al escucha de lleno en el plato. Igualmente bueno es “Dirty Boys”, con referencias al blues de Nueva Orleans y a la música de Tom Waits, aunque la voz de Bowie nos hace pensar más en Nick Cave. Una maravilla. La contrastante sofisticación llega con “The Stars (Are Out Tonight)”, mientras que “Love Is Lost” es una angustiosa composición que da lugar a la aplastante tristeza de la bella y ya conocida “Where Are We Now?”. Otros cortes notables son “Valentine’s Day” (una balada deliciosa y tranquila), “I’d Rather Be High” (una gozosa incursión en la psicodelia), “How Does the Grass Grow” (con su sutil referencia a “Apache” de los Shadows) y “(You Will) Set the World on Fire” (con su riff inicial à la Kinks). Para quienes a estas alturas del disco extrañen una composición claramente dramática está el penúltimo corte, “You Feel So Lonely You Could Die”, en tanto la parte más siniestra y desolada del disco viene en el corte final, “Heat”, tema que obliga a pensar en la música de Scott Walker. Diez años después, David Bowie ha regresado en plena forma, con un trabajo estupendo, de muy alto valor artístico. A sus sesenta y seis años, el británico mantiene su capacidad creativa y no decepciona en absoluto. El Camaleón conserva la capacidad para manejarse en todos los colores, en todo el espectro del arcoíris letrístico y sonoro.

abril 02, 2013

Malcom & Martin
Life Doesn't Frighten Me 

Con una escasez de contenido, el hip-hop cada vez se hace menos frecuente, sobre todo en los medios masivos en donde se venden los clichés en vez de ofrecer lo enriquecedor de este movimiento, aislándose en minorías, en segmentos independientes que se esfuerzan por la integridad entre el contenido y música de calidad, dígase en este caso Life Doesn't Firghten Me, un álbum que sabe combinar los comentarios sociales con muchos aspectos de la vida cotidiana visto desde las perspectivas de Malcom & Martin, dueto que se respalda con Dj Revolution en la mayor área de producción. El dueto -o mejor dicho trío- anunciaba su llegada con un par de mixtapes que dieron alguna idea de lo que su álbum debut sería, aunque fue "Malcom & Martin were...Criminal Minded" de la cual se basaría la idea de seguir la tradición de Criminal Minded; producciones que estuviesen al parejo del contenido de consciencia social. De principio a fin este disco está lleno de instrumentales perfectamente articuladas, manufacturadas de primera mano y scrtaches añadidos para hacerlo más completo. Incluso con alguien tan talentoso como Revolution en el fondo del proyecto, KB Imean y Jones Styliztik (Malcom & Martin) definitivamente mantienen su posición. El nombre del grupo rápidamente se hace evidente una vez que se escuchan las temáticas: críticas al sistema de educación pública ("Lunctyme Cyphers") o la unión entre comunidades hispanas y afroamericanas ("Heritage"). En realidad es un trabajo lleno de ideas filosofías callejeras fuera del activismo y no por ello dejan de ser inteligentes, agradables, empáticas como "Win or Lose" y "Against The Wall", los cuales son narraciones de la clase trabajadora entre el optimismo y la pobreza, hasta se permiten ser rítmicos como en "Bamboozled", tema en donde el trío luce los mejor de sus habilidades en el trance de un bajeo funky, al igual que insomne "Black Coffe", un viaje paranoico incitado por la cafeína en la noche. Por otra parte está "Sista Big Butt" que delata la obsesión de las mujeres con sus propios traseros. Para satisfacción de los b-boys hay momentos uptempo y breakbeat en el jazzy "Do It Again (Rev Groove)" y "Hustle". Los momentos más débiles se encuentran curiosamente los interludios de "School Of Hard Knox (Interlude)" y "Sell Like An Ace (Interlude)", no obstante, otro inconveniente que existe es su enfoque sistemático que en vez de buscar la inspiración se siente como el discurso revolucionario de Public Enemy o Dead Prez, y el perezoso tabú de "Sista Big Butt" no es como el tema que más aporte a la causa revol en dado caso. Aún así estos sólo son defectos de menor importancia frente un a un registro que se permite abrazar la realidad sin el temor de manifestarse, que se debe, en gran parte, a las miradas honestas de sus autores frente a la vida y sociedad.

marzo 26, 2013

The Libertines
Up the Bracket

La gran rueda del revival siempre logra conectar legados o herencias para las nuevas generaciones, ya ha pasado con el mal llamdo indie rock. Pareció (en su momento) que alguien venía a resucitar el legado de The Clash. Bueno, pero llamar a "punk" a The Clash podría ser (para algunos) menospreciar la forma en que la banda había evolucionado en su sonido, aunque claro, se trata del revival y en este caso The Libertines, una banda (post) punk que nos remonta a las obras primarias del punk londinense, eso sí, con un sonido más nítido, ecléctico y mejor producido (adivine quién fue el productor, para saberlo siga leyendo). Cuando The Libertines surgieron fácilmente pensamos en Pete Doherty como un Julian Casablancas inglés y más desdeñoso; la finta visual a la The Strokes apuntaba a que esta banda vendría a sumarse a la camada de bandas de "indie" rock, así decía la lectura de cartas. Sin embargo la banda emula, gracias en gran parte a la atención de la producción Mick Jones. Se basan fundamentalmente en algunas décadas de tradición del rock; desde el blues, pequeños toques dub, melodías del rock británico hasta unos cuantos riffs a la Chuck Berry, para fundirlas en un rebelde, monstruoso y triunfante: Up the Bracket. La banda se combustiona a través de una gama de emociones con un abandono temerario, y justo, cuando algún tema parece estar a punto de partirse en pedazos, logran salir adelante sólo para amenazar sobre un nuevo glorioso colapso en la siguiente canción. Lo que llama la atención es que logren hacer una conjugar una variedad de actitudes con habilidad. Como ejemplo está "Boys in the Band" en la cual logran, en cuatro minutos, fusionar el funk con riffs rasposos guiados por la vocal de Doherty. Por supuesto el álbum ofrece más latigazos y en una parte hacen pausa con más tranquilidad con una balada que logra ofrecer una sensibilidad popular ("Radio America"). Existe riqueza casi indescriptible de rock acechando en este disco, y The Libertines logran hacer casi de todo en apenas casi treinta y tantos minutos. Es que muy peculiar que una banda arremeta con tanta fuerza en un álbum debut muy bien producido, que se conecta con varias raíces del rock. Vale la pena ser escuchado, en serio.

marzo 20, 2013

Macklemore & Ryan Lewis
The Heist 

Si bien hoy en día en el clima del hip-hop, hay una gran ausencia de mcees que quieran sostener temas más inteligibles o sustanciosos, la mayoría de ellos suplen esta falta y sólo se acercan al público para hacer de las joyas, automóviles y mujeres los temas de centrales de conversación donde cada quien da su versión del sueño americano. Esta obsesión por los vicios materiales es predominante y frente a esta pre-dominación de mensaje es siempre reconfortarle encontrarse con álbumes como The Heist de Macklemore & Ryan Lewis. La historia de este dueto se remonta a Seattle cuando Macklemore lanza un par de mixtapes donde fue creciendo hasta encontrar su estilo propio. Posteriormente aconoció a Ryan Lewis y ambos lanzaron su primer trabajo: The VS. EP (y su contraparte, The VS. Redux) en el 2009. Tras 3 años la mancuerna vuelve con un full lenght que rápidamente llamó la atención por su ingenio, frescura y empeño que nos demuestra que hacer un buen álbum de rap no tiene que ver con disqueras grandes ni la aprobación de Pitchfork. Lo que diferencia también este Lp es que, a diferencia, digamos de Lupe Fiasco, es su capacidad de concentrarse en un pensamiento, de formar/construir una opinión coherente o narrativa y lo presentará a su máximo potencial. El disco abre con Ten Thousand Hours un tema donde Macklemore es serio con respecto al tiempo invertido en la creación y que no se preocupa por la aceptación de los estándares de la música convencional, lo que nos da paso al rebozante Can't Hold Us, donde Mack se estable como la conciencia que le da el pensamiento al álbum. Thrift Shop reflexiona sobre la vida mientras que la desencantadora Thin Line describe el amor como un "nido de serpientes", en esta track no es tan animado o tiende a una aventura lírica y contrasta con los temas que vinieron antes. Aunque para algunos es tabú la homosexualidad, Macklemore abiertamente deja unos versos lucidos que abordan directamente la homofobia y los conceptos erróneos acerca de los homosexuales en la cultura del hip-hop y en la sociedad en general en el tema Same love. Claro que el dinero es algo que no se deja a la ligera pero en Make The Money no se toma como un estatus de poder, al contrario, reclama este asunto: Make the money, don't let the money make you. Change the game, don't let the game change you. En Jimmy Iovine se vuelve a alimentar al escucha con una historia anti-industria, rica en detalles y anécdotas personales. En Otherside Macklermore hablaba directamente sobre sus problemas con las drogas, pero en el evangélico Neon Cathedral asume a sus demonios pasados directamente desde los tragos de acohol. Ningún álbum por más sólido que sea se encuentra a salvo de los momentos flojos o poco emocionantes, en este caso White Walls aunque el ritmo es agradable, el contenido es completamente olvidable, mientras que en la rústica Cowboy Boots sólo depende de su estribillo melódico y cuerdas para agradar simplemente. La única instrumental en el álbum es BomBom, un track completo incluso sin voz donde se ha puesto suficiente interés en la progresión musical de Lewis. De hecho, algo que nunca pasa por desapercibido es el gran desempeño de Ryan Lewis quien hace un estupenda labor al traer producciones agradables, vivas, ofreciendo una estampida de emocionantes y bien trabajados beats. De todos los proyectos que han salido este año pocos han sido tan agradables musicalmente e igual está la queja de que Macklemore no tiene las habilidades de torsión del slang de algunos de sus contemporáneos, y que a veces se puede sentir como si estuviese frente a sermoneos de la vida pero aún así es tolerable, o mejor dicho, eminentemente simpático en su sinceridad y su entusiasmo es contagioso.

marzo 09, 2013

Menuda Coincidencia
Ai con permisito 

Hablar de no de una novedad pero si una diferencia notable y sobre todo destacable dentro del hip-hop mexicano es como llegar al mar mientras cruzas el Atacama sin mucho con que contar. Normalmente no frecuento el rap mexicano por diversos motivos (personales), pero nunca dejará de ser grato encontrar personas que realmente se esmeran en hacer hip-hop, en este caso Menuda Coincidencia, de quien se podría decir que resalta de la estructura monótona y españolizada, fuera del margen estereotípico de muchos rappers mexicanos, mezclando el genio y el humor con una poesía de algunos mensajes sencillos y otros complejos, pero también resulta más honesto lejos de la verborrea pretenciosa para maquillar discursos (pseudo) revolucionarios. Han transcurrido ya cinco años para "Ai con permisito", un mini-álbum que vierte toda experiencia aprendida y recolectada de shows en directo. Las producciones del álbum fueron hechas mayoritariamente por Guillermo Soto quien ensambló el swing con el hip-hop, dándole al escucha una experiencia más orquestal que las típicas instrumentales boom bap de 4/4, mientras que su hermano, José Miguel, deslizaba sobre la música fluyendo con un spoken word pulido, con una distinguible con la tonalidad, eligiendo adecuadamente las palabras de su amplio léxico de una forma entretenida que cuentan cotidianidades. Con platillos que empiezan a marcar el ritmo a manera de reloj inicia "Matando el tiempo", un monólogo que analiza instituciones y la vida contemporánea, básicamente en una sociedad que está orillada al consumismo, el ocio es visto como un desperdicio de vida, no obstante el ocio en su lado más productivo lleva a la creatividad pero también al cuestionamiento y al auto-cuestionamiento, esta es la esencia de este tema. A continuación sigue una historia en la que cualquiera puede ser protagonista ("Un día de esos"), se sitúa en una mañana cualquiera dentro de la semana laboral en donde el retraso lleva tras una serie de pequeños sucesos que cumplen con la ley de Murphy. "¿Sin enganches?" delata la presión de la vida moderna: la adquisición material como prueba de la validación/aprobación en la sociedad, sin importar que eso signifique esclavizarse a las deudas económicas. En la mitad del disco, "Perspectivas" nos lleva sinapsis dual que van del optimismo hasta la negatividad en donde la instrumental (incluso) cambia en cuanto se pasa de un estado ánimo al otro. "Corre" nos describe lo sometido que estamos a la productividad social y recriminando de forma sarcástica las veces no se mira el reloj. La desesperación sobre las escrituras de versos se plasma de una manera inteligente y cómica en "Verso, ¿sin esfuerzo?", con "La tuerca" se hacen (todavía) más directas las críticas al sistema y a lo tolerante que es la convivencia colectiva dentro de ese entorno. Esa herencia de temas como "The Symphony" del Juice Crew se vuelven a sentir viva: "I Don't Care Who's first or Who's last..." con "Si hay" en donde simplemente es una muestra de habilidad verbal junto con el control sobre el beat de Dj Shamo quien cierra el disco. Otra complementación que tiene una presencia importante son los cortes de Dj Trez, quien remata con frases que van de acuerdo con el contenido de cada track. "Ai con Permisito" es un gran trabajo a pesar de sus pocos temas y corta duración, es lo suficientemente atractivo, ligero y amigable aún para quien no esté familiarizado o no escuche nada de rap. Sus temas son simpáticos y empáticos en donde encontramos una variedad de cavilaciones que giran sobre la temática de la vida diaria capturando en versos lo complicado que esta puede llegar a ser. Aunque Menuda Coincidencia hoy en día está reducido a José Miguel (junto con las apariciones de Dj Trez en vivo), tiene una presencia fresca y reflexiva en un país donde prácticamente no existe una escena.

marzo 05, 2013

J Dilla 
The Shining 

Antes de su muerte y mucho antes del discurso populista de "Dilla Changed My Life", James Dewitt Yancey solía ser un productor (y rapper) con una popularidad modesta pero de una gran reputación que le fue respaldada por sus trabajos con Slum Village, The Roots, De La Soul, Common, Erykah Badu, Q-Tip, Busta Rhymes, entre otros. Pero la fama y el reconocimiento algunas veces suelen llegar post-mortem aprovechando el nombre como mercancía, caer directamente en la sobre valoración, y ya dentro de la vendimia, la erupción de b-sides, collections, best of, tributes, etc. Por fortuna The Shining no se trata de nada de lo mencionado, es en realidad el predecesor de Welcome 2 Detroit y el -incompleto- segundo álbum oficial. El sello particular de Jay Dee se encuentra dentro de sus beats intuitivos y su lúcida instrumentación con su característico e intenso breakbeat (una herencia aprendida del rap de los 90s), este tipo de marcas fueron lo que le dio a Dilla el reconocimiento en el entorno hip-hopero, escúchese con los ya mencionados The Pharcyde y su Labcabincalifornia, A Tribe Called Quest con Beats, Rhymes and Life, y De La Soul en Stakes Is High. Sin embargo, su enfoque predominante está en la dinámica de su entendimiento del Soul, lo que le ha permitido durabilidad en su música y eso es lo que le mantiene sobreviviente a los cambios sísmicos en la estética que sacude al Hip-hop contemporáneo (y de las décadas pasadas también). A pesar de la calidad irregular de la producción con su antiguo grupo (Slum Village) la producciones nítidas Dilla han mantenido viva la llama de la amistad entre el pop y el rap, esa llama que aprovecharían tiempo después Common y Kanye West. The Shinning mezcla la experiencia aprendida de su álbum anterior y lo convierte en un álbum con una estructura y continuidad diferente, aquí se captura un gran compendio de una variación de estados de ánimo. Para ejemplificar esto está el suntuoso neo-soul de "Love" donde recrea a The Impressions con su "We Must Be In Love" de 1970, donde se percibe al bombo perforador, mientras que "Baby" utiliza el speed-up para hacer sonar al sample con una tonalidad infantil muy remarcante, lo cual es un contraste notorio con el vertiginoso tema de apertura, "Geek Down", en donde se muestra siniestro utilizando estrepitosos pero rítmicos tambores que se mueven en una especie de mantra. "E=MC 2 " irradia con un vocoder texturizado para dejar caer un línea de bajo que conjuga perfectamente con una batería bien comprimida para lograr una total pesadez que después toma un respiro en "Jungle Love". Este trabajo utiliza capas para lograr acentuaciones en la integridad de su estructura principal: las voces. El único problema que encuentro en este álbum está en Busta Rhymes quien se limita a las apariciones esporádicas del primer tema con improvisaciones que rinden homenaje a J Dilla. Afortunadamente -y como contrapeso- Common aún con sus party raps logra caer bien al beat del segundo tema, D'Angelo simplemente se sublima de manera estupenda en "So Far to Go", este track nos recuerda la inventiva soñadora de Dilla que hace un balance perfecto con el R&B atmosférico "Dime Piece (remix)". M.E.D. y Guilty Simpson se adaptan bien al tema que les corresponde, Black Thought se hace de una presencia imponente en medio de la superposición de clicks en "Body Movin’". Y en el tema que cierra el disco, Dilla incrusta sus rimas en los remolinos digitales de "Won't Do". Escuchar a J Dilla en definitiva no va a cambiar tu vida, pero si se le pone su debida atención te dará la oportunidad de percibir una forma intrínseca de como se hace Hip-hop con personalidad propia. The Shining es simplemente una expresión del compromiso firme de Dilla que comparte su propia visión en medio de mareas cambiantes de la cultura en general.