febrero 22, 2014

Ice Cube
Lethal Injection

Posterior a su salida de N.W.A., Ice Cube buscó forjar una propia reputación durante los principios de los 90s. Para deslindarse por completo de su antiguo grupo y alejarse de cualquier sombra que este pudiese proyectar sobre él, tuvo que salir de su natal California en busca del sonido neoyorkino de The Bomb Squad para su disco debut. Gracias a sus mordaces raps y la excelente producción, AmeriKKKa’s Most Wanted (Priority, 1990) fue bien recibido por la crítica especializada y obtuvo el platino por sus numerosas ventas. Tras ese triunfal inicio, la carrera de Ice Cube estaba despegando de la mejor forma. Sin embargo, no fue hasta 1992 cuando publica su álbum más aclamado, Death Certificate (Priority/EMI Records, 1991), material que lo estableció como una figura controversial por lo visceral de su discursiva (o ¿diatriba?) socio-política . Al año siguiente, nuevamente vuelve a publicar otro exitoso disco que lleva por título The Predator (Priority/EMI Records, 1992), en donde continúa con el mismo camino de la temática frontal que aborda el racismo, el creciente consumo de las drogas y la aprobación por el uso de las armas. Lo que tienen en común estos dos trabajos no sólo se encuentra en la similitud de mensajes, sino en que ambos, comparten una sonoridad meramente angelina. Hasta ese punto, Ice Cube había dejado atrás todo rastro de N.W.A. y se le reconocía por mérito propio. Lo que empezó a implotar su carrera fue cuando, posterior a la salida de AmeriKKKa’s Most Wanted, debuta como actor de cine. Esto fue un contraste para su imagen y sus discursos porque para 1993, se decía en el rapero se había “suavizado”. Es por ello que su cuarto álbum de estudio, Lethal Injection (Priority/EMI Records ,1993), se le infravalora con frecuencia. Se podría atribuir que este proceso de "suavidad” surge porque tras su antepasado con N.W.A. y el suceso de dos álbumes, se necesitaba cambiar de aquella visión crítica para abordar otros aspectos que se estaban quedando fuera de ese mismo entorno. Lethal Injection es el primer elepé donde Ice Cube no se centra exclusivamente en los aspectos sociales o políticos, tampoco es que se aleje de los asuntos serios que aquejan a la sociedad afroamericana, de hecho, si lo consideramos, es el regreso a los temas gangsteriles. Por obvias razones de estrategia comercial, el aspecto sonoro del álbum está infectado por el G-Funk que Dr. Dre propició por la irrupción de The Chronic (Death Row/Interscope, 1992) un año atrás. Una de las razones por la cual esta placa está tan poco apreciada es porque para ese entonces su figura ya no se podía despegar de una imagen pop gracias a su faceta como Hollywood Star. No es que se trate de un tropiezo discográfico muy grande, pero ¿en dónde están los puntos débiles? Desde la apología racista introductoria que le da paso a ‘Really Doe’ (tema que establecerá esa tonalidad oscura que prevalecerá en la mayor parte del álbum) donde se aprecia que el flow de Ice Cube ha perdido esa agresividad característica aunque sus letras en particular no han perdido firmeza. El siguiente tema, ‘Ghetto Bird’, abre con un sonido atronador de helicópteros policiacos y aves, en seguida percibimos con mayor aprecio la moda por el G-Funk por el tipo de bajeo y la reconocible figura del sintetizador, básicamente este tema hace una analogía de la acosadora vigilancia de la policía en los barrios negros. ‘You Know How We Do It’ es uno de los puntos más altos del álbum, esto se debe a su relajante vibra con toques de serenidad que se dejan llevar por una declaración de victoria, sin duda uno de los mejores temas y un justo himno para la costa oeste. No sería un disco de Ice Cube si no hay provocaciones a la raza blanca, “Cave Bitch” es un manifiesto racial contra las mujeres caucásicas. ¿La razón?, entre la búsqueda de la controversia y el detractar las fantasías sexuales mitológicas sobre las etnias ante la condición humana. Es ‘Bop Gun (One Nation)’ la pista más funky, ya que el sonido de esta no está limitada al sampleo, sino que el mismo George Clinton es un invitado, por lo que sería un error llamarle sonido G-Funk cuando se trata realmente del sideral P-Funk, lo malo con este track es que es demasiado largo y los esporádicos party raps de Ice Cube no ayudan mucho a mantener el interés. Después del clásico tema fiestero se retoma el sentido solemne del elepé con ‘What Can I Do?’, aquí el funk se deshace del glamour, y aunque rítmico, contiene una carga melodramática. Sobre todo porque se trata de una historia que lidia con las presiones, limitaciones y frustraciones de la vida delictiva. Estamos llegando a los puntos más flojos del disco, pues la prescindible musicalidad de ‘Lil’ Ass Gee’ le resta el efecto narrativo sobre un niño entrando al mundo pandillero. En seguida ‘Make it Ruff’ viene a querer quitar esa apariencia de “blando” quejándose de las reglas de la industria musical. Realmente no tiene algo que destacar. Es tan insignificante que sólo sirve como puente para pasar a ‘Down For Whatever’, que es lo más ralentizado del álbum. El pulso baja y el fluir de las rimas igual. Eso está bien porque al principio da la impresión de que se tratará de un tema tétrico pero después se navega a través de un hipnotizante ritmo donde la lírica está entre una delgada línea entre la auto-parodia y la seriedad. Finalmente ésta "inyección letal" está a punto de concluir y antes de hacerlo, las dos últimas piezas abordan la política y la espiritualidad. En el primero, ‘Enemy’, es el punto más áspero entre todo el repertorio que abre con un discurso de Khalid Abdul Muhammad (quien fue un activista que formó parte de la Nation of Islam) que cuestiona la utopía de paz para darle paso a una sinfonía sobre la tensión y la visión apocalíptica de una guerra entre razas, sin un sacrificio entre ritmo y un contenido sincopado, Ice Cube desprende todo su potencial. En el segundo, ‘When I Get To Heaven’, lo único destacable es la reflexión sobre la espiritualidad y la religión, dando una esperanza para fijarse hacia una luz al final del túnel. El beat no es que sea malo, lo más agradable es la melodía de la flauta, pero no es realmente especial, más que ordinario sí, pero el mejor cierre, tampoco. He aquí el problema de Lethal Injection: lo primero que se nota es el flow tan manso de Cube, algunas pistas son realmente buenas. Lamentablemente en su afán de querer reafirmar su imagen como un comunicador del barrio que no tiene tapujos, lo único que logró es un álbum con fisuras. Comercialmente no fue tan mal recibido. aunque para ese punto ya había dejado de ser tema de conversación y su polémica ya no sorprendìa a nadie. Su aura de amenaza e incomodidad dejaron de surtir efecto cuando entre más se le veìa en las pantallas grandes más familiar resultaba. Quizás si éste álbum hubiese tenido más giros musicales y temáticos, que no se hubiera entregado tan fácilmente a las ventas que garantizaba la moda G-Funk, pudo haber tenido una mejor aceptación y mejores críticas. Años más tarde, Ice Cube intentó volver a llamar la atención pero para cuando "War & Peace Vol. 1 – The War Disc" (Priority, 1998) apareció, la época del rap escandaloso ya había pasado de moda (bueno, eso sería de nuevo hasta el cuasi al principio de la década cuando un rapero blanco empezó a tener historias muy hardcore para el mainstream). En fin, recomiendo este álbum como objeto de estudio o sólo si eres muy fan de Ice Cube. En todas las discografías de los músicos siempre hay un punto de quiebre. La mayoría de las veces, estos quiebres son consecuencia de publicaciones constantes (hasta industriales) que cada vez merman el impacto y hasta el interés del público. El día de hoy es inevitablemente dejar de mirar a Ice Cube como una figura amistosa y un actor bonachón que entretiene a nuestros hijos, hermanos o primos en el cine o la televisión. ¿Qué pasó, Ice Cube? Antes eras chévere.