abril 10, 2014

Arctic Monkeys
AM

Los Arctic Monkeys, quizás para los más noobs son los veteranos más jóvenes que hay en el marchito juego del rock. Y es que luego de cuatro álbumes, esta agrupación de Sheffield, Inglaterra, han dejado claro que lo suyo es el rock "duro", uno que logra abrevar pero prolongar la larga y sinuosa tradiciones británicas en donde se recolectan las influencias de The Kinks, The Rolling Stones, The Who, y, obviamente, el halo melódico/armónico de The Beatles, para conectarlas  con las nuevas generaciones. Encabezados por Alex Turner, los Arctic Monkeys presentaron su quinto cancionero con el título de AM (Domino, 2013), un disco que se puede percibir con las mismas sensaciones con las que Turner ha estado trabajando desde sus inicios, es decir, un lenguaje sobre el amor, la lujuria y lo que hay entre los dos ámbitos. Por otra parte, el sonido de estos monos se ha ido engrosando por guitarras más robustas que se fueron curtiendo desde Humbug (Domino Records, 2009), álbum que no fue el más celebrado de su carrera ni el que dio los dividendos esperados, aunque sí aquel que marcara un sello distintivo. Parte de esta arquitectura sonora tiene que ver con la combinación de Josh Homme y James Ford en la producción. Mucho se aprendió de este experimento permitió que Suck It and See (Domino Records, 2011), que estuvo bajo el mando entero de Ford porque Hommes no pudo coincidir en fechas para grabar, fuese una obra que aprovechaba lo mejor de dos filas como el western y la estructura de las bandas sonoras, además de la interacción que se tuvo con Miles Kane –que por cierto también es amigo de Turner y grabaron The Age of the Understatement (Domino Records, 2008) –.

El alcance de AM resulta imaginado porque en él, se aprecia toda la experiencia, vivencias acumuladas y sapiencia de estos cuatro monos para ampliar sus horizontes en el estudio y recurrir al uso de teclados, sintetizadores y demás recursos. Básicamente la dinámica de este elepé es la misma que sus tres trabajos anteriores, James Ford está de nuevo en el área de producción, sólo que esta vez se inspirarían más en la musicalidad de los Estados Unidos (inclusive se fueron a vivir a Los Angeles), razón por la cual se nota una esencia de rock & roll clásico que se combina con una corriente de eufóricas baladas con atmosferas cinematográficas. Otro aspecto que resalta mucho de es su peculiar interpretación del soul, además que en las estructuras que el hip-hop ha influenciado sus estructuras en la composición (incluso le hicieron un cover a Drake). Es interesante que hayan partido de algo de algo aparentemente distante a la estética que han creado, dan un giro y logran obtener una obra muy distinta.

El inicial ‘Do I Wanna Know’ es la muestra contundente del sello de sus autores con seductores riffs y tambaleante movilidad. Sin embargo, ‘R U Mine?’, un tema más feroz y lleno de vigor por el intenso golpeteo de las baterías de Matt Helders, fue el single en donde se desprenden los demás temas del álbum. En ‘Knee Socks’ y ‘One For The Road’ no dejan su vínculo amistoso con Hommes y aplican su entendimiento del soul muy a su estilo. Están también la elegancia de las sexy baladas de ‘Mad Sound’, ‘I Wanna Be Yours’ y ‘No.1 Party Anthem’, donde el cuarteto hace gala de su progresión como músicos, mientras que la guitarra de James Cook agrega los toques bailables al disco con cortes como ‘Fireside’ y ‘Snap Out Of it’. Por las vías del hard rock se encuentran ‘Arabella’, ‘2013’ y ‘I Want It All’ donde se transita por el swing. La voz de Turner alcanza el punto de la arrogancia (Helder y Crook no se quedan atrás tocando en el fondo y se suman a las vocales aportando falsetos) pero el carisma necesario para envolver al escucha a través de canciones pícaras llenas de sensuales y muy expresivas (‘Why’d You Only Call When You’re High’). De esta manera los Monkeys se adueñan de varias tradiciones sin asentarse en ninguna, sin miedo arriesgarse para evolucionar su sonido y provocar un vendaval duradero. AM es una excelente pieza que llevan a un viaje por momentos de belleza y erotismo guiado por un espíritu desafiante que sacude y une lo mejor del rock inglés de muchas épocas. Quizás en ellos se encuentra ese llamado Peter Pan's Syndrome que reflejan una adolescencia sin fin, no obstante, su música ha madurado aun cuando se les perciba con la sustancia “inmadura”, y eso no ha estorbado o ha sido un impedimento a la hora de editar un material.
Volcano Choir 
Repave

Debemos afianzarnos a esa noción de la música como una obra abierta que no se completa hasta que el escucha no interviene y la hace suya. El segundo álbum del proyecto paralelo de Justin Vernon (Bon Iver), no es más que un pretexto para dialogar con la naturaleza, para la contemplación como ejercicio mental. La manera en cómo se desemboca este trabajo se siente como el giro en un entorno enigmático en donde existen cosas desconocidas que atraen e increpan. Atenerse a la portada nos remite a la furia del mar embravecido antes de que pase por la mente una densidad boscosa, puede ser engañoso. Pero, lo importante es el trazo de un nexo entre la música y la naturaleza. Los artistas inspirados en el taoísmo y el zen siempre han considerado al hombre como una parte integral de la naturaleza, como todo lo demás que la conforma: Montañas, ríos, árboles, flores, animales, fauna, y claro está, el mar. Ellos han utilizado la pintura de Corey Arnold, titulada The North Sea, para la carátula de una incursión, a lo largo de un trayecto de ocho canciones, a una experiencia sensible, con exuberancia, pese a la contención de elementos musicales; se entiende que se opte por pensar (o considerar) que se trata de post-rock lo que hace esta volátil agrupación norteamericana. Las etiquetas podrían resultar incomodas y relativas. Repave surge como la confirmación del gran acoplamiento que existe entre los miembros del grupo Collections of Colonies of Bees y vernon, un músico lleno de recursos, productor notable y vocalista que hace del falsete una refinada expresión del arte. Todo esto viene precediendo de Unmap (Jagjaguwar, 2009), disco en el cual ya se habían extendido en piezas de largo desarrollo, variaciones de intensidades y capacidad evocativa; todo esto sustentado por la gran capacidad de sus ejecutantes. En esta nueva reunión no han perdido esa vocación por lo experimental, aunque la voz sea un elemento que destaca como hilo conductor (algo impensado en aquello a lo que se le denomina post-rock). Rapave es el resultado de procedimientos que se espaciaron según las posibilidades de ambas entidades. Comenzaron noviembre del 2010 y terminaron en marzo del año pasado. Lejos parece el momento cuando Vernon era un hombre de desesperado por haber perdido a su novia y un músico al cual sus mejores amigos apartaron de la banda de toda su vida. De aquel periodo de desolación surgió el debutante solista For Emma, Forever Ago (Jagjaguwar, 2007). Material que le trajo el reconocimiento masivo y la salida del ostracismo (lo grabó solo, encerrado en una cabaña). Ahora le sobra el fogueo, tiene un estudio propio y la complicidad de sus colegas. Desde el sencillo, ‘Byegone’, ya se puede comprobar que la paleta sonora se ha ampliado, aunque sigue sin perder ese sello tan característico. Los nostálgicos podrán encontrar algún parecido al rock progresivo. La pieza cuenta con un video (dirigido por Michinori Saigo), en el que unos tubos fluorescentes colocados en mitad de un bosque enmarcan el paisajismo sonoro de Volcano Choir. El concepto zen se evoca y se reafirma cuando a partir de la idea de que lo “misterioso” –esa oscura e impenetrable profundidad de donde surgen todas las cosas gloriosas- es siempre un elemento esencial en toda acción creativa. Justin Vernon no paró durante el 2013, también lanzó un álbum de blues-rock junto a The Shouting Matches, apareció en el disco de Colin Stetson y no dejo de compartir grandes temas como: ‘Acetate’ y ‘Comrade’ que se unen a la colección de un músico que se preocupa por integrar la emoción y el conocimiento con el equilibrio.