agosto 05, 2013

David Lynch
The Big Dream

La caratula del álbum sugiere que se está frente a un álbum peligroso y electrizante, pero esperar un trabajo que propine electroshocks indie rockeros sólo demuestra que no haz entendido el mensaje de transfondo de quien la música ahora parece su nuevo lenguaje creativo. Si bien recordamos Angelo Badalamenti es el músico de cabecera de David Lynch y quien ha musicalizado la mayor parte de sus películas. No obstante, siempre lo ha hecho bajo las directrices y gustos del Lynch y de sus inclinaciones por la llamada roots music, especialmente por el folk, y, sobre todo, por el blues. En el 2011, el realizador de Wild at Heart y Mulholland Drive sorprendió de alguna manera al mundo con la realización de su primer álbum como solista. Fue una sorpresa porque muchos tenían catalogado a Lynch únicamente como director cinematográfico y desconocían sus habilidades como músico. Crazy Clown Time se llamó aquel disco que hoy da paso al segundo larga duración del cineasta: The Big Dream (Sacred Bones). No estamos ante un álbum de blues en el sentido estricto. Lynch ha tomado las bases del género para filtrarlas a través de los recursos que da el estudio de grabación y transformar a sus composiciones en algo que podríamos denominar (de alguna manera) como blues futurista. Instrumentos procesados, guitarras con reverb, cajas de ritmos y otros elementos fueron empleados para crear atmósferas oscuras, pasajes inquietantes, texturas desconcertantes: algo así como el equivalente en música de los filmes del realizador a través de doce temas que conforman el disco. De igual manera, dado que resulta claro que a sus sesenta y siete años Lynch no posee una gran voz y que ésta fue trabajada en los micrófonos por medio de auto tune, vocoder, ecos, layers y otros efectos. Antecedentes de un álbum como The Big Dream sólo se encuentran en algunos álbumes de R.L. Burnside o en el tema “Pablo’s Blues” del grupo belga Gare du Nord. Esa mezcla de blues con electrónica, pero con énfasis en el género primigenio está presente todo el tiempo en temas extraordinarios como “Cold Wind Blowin’”, la homónima “The Big Dream”, el cover de “The Ballad of Hollis Brown” de Bob Dylan, “Sun Can’t Be Seen No More” y la final y espléndida “Are You Sure”. Más que una mera curiosidad, The Big Dream de David Lynch es una obra estupenda, un disco que en verdad vale la pena, una experiencia tan turbadora y escalofriante como las películas del estadounidense. Cuando Crazy Clown Time salió hace tres años, se pensó en el como una faceta pasajera pero se ha mostrado que tiene planeado continuar, e igual seguirá la persistencia de que su música sea sólo para sus entendidos, para una minoría...o al menos eso creen.
Poliça
Give You The Ghost

Entre la amplia producción discográfica del año pasado, hay pequeñas maravillas que para muchos pasaron inadvertidas, en medio del tráfago de la industria disquera internacional, sobre todo en el campo de las casas “pequeñas”. Entre esas ocultas joyas, quisiera destacar un álbum producido por un peculiar proyecto originario de Minneapolis, Minnesota, en los Estados Unidos. Poliça (pronúnciese poliza) se llame este quinteto encabezado por la cantante Channy Leanagh (quien además se hace cargo de los teclados y de manejar de manera brillante el efecto Auto-Tune), a la que acompañan dos bateristas (Ben Ivascu y Drew Christopherson), un bajista (Chris Bierdan) y el multiinstrumentista Ryan Olson, quien funge más como productor que como integrante visible del grupo. El sonido de Poliça le debe mucho al trip-hop y en ese sentido lo podemos asociar con agrupaciones como Massive Attack, Portishead, Mono y Lamb, aunque la voz de Leanagh nos puede remitir lo mismo a Beth Gibbons que a Sarah MacLachlan o incluso a Kate Bush. Con un álbum ya en su haber, el esplendido Give You the Ghost, el grupo entremezcla elementos acústicos y electrónicos en canciones de atmósferas que van del dream pop al rhythm and blues y del jazz al dub-reggae, con parajes en tonalidades menores que nos envuelven en ambientes hipnóticos de gran belleza y misterio. Once son los piezas que conforman al disco, entre las que habría que destacar a la abridora “Amongster”, la casi bailable “Dark Star”, la atrapante “Form”, la desafiante “Violent Games”, la sensual “Lay Your Cards Out”, la mística “Happy Be Fine”, la finísima “Leading to Death” y esa preciosidad que es “Wandering Star”.