septiembre 08, 2014

Adán Cruz
El Ruido, El Silencio y Yo

Debatiéndose entre la agitación de las partículas, el amor, las propagandas políticas y el pasado, el rapero regiomontano Adán Cruz presentó su EP bajo el título "El ruido, el silencio y yo" (Gooti Records, 2014), un trabajo que hace un guión en tres actos: el ruido como acto de negación en las propiedades que la tradición nos dice que son inherentes a la música, el silencio como una signatura del pensamiento, acto y voluntad intermitente y el "yo" como un intermediario entre el escucha y el mensaje. El hecho de que Adán sea una persona "controversial" radica en lo contradictorio de su carrera y en cómo ha tratado de corregirla y eso es lo que su epé trata de demostrar durante ruidos y silencios. Grabado en el Ometsuco Sound Machine de La Condesa y distribuido por el sello Gooti Records (también de La Condesa), "El ruido, el silencio y yo" anuncia el carácter céntrico del disco que el propio título dice con la intención de dinamitar a los demonios internos, mismos que podemos encontrar en forma de mensajes en la primera pista y que estarán a veces ocultos, a veces al descubierto.

Los nueve temas que conforman al epé transitan por un silencio mismo que se ve proyectado en un vacío que está fijo y que se encuentra interrumpido mediante ritmos pre-digitalizados y una atmósfera concordante (por lo menos con la imagen del tracklist no con la caratuala). Por su parte, el ruidismo está ahí para increpar, dejar interrogantes e incordiar que, a veces, resulta hasta retador el hecho de identificar sus puntos de interés y dejarnos impávidos ante algo que trata de sacudir desde la primera escucha. Este aspecto musical está cuidado para tratar de sostener un discurso megalomániaco que busca ser complejo y desnudo, allí es donde radica el emocional "yo" que entre la música no desea nada más que un confesionario, sobre todo en 'Ey Pa', 'Diábolos', 'El ruido, el silencio y yo', 'No vi wey' o 'True caos'. 

Lamentablemente todo el concepto se ve entorpecido por la repetición monótona. Cierto, la música está bien producida y trabaja como le piden que trabaje e incluso es agradable el esporádico guiño al G-Funk. La idea del silencio junto con el ambiente de la nocturnidad acuerdan en su plano, en su propia secuencia. Sin embargo, al final no terminan por ofrecer algo nuevo y el sonido experimental se queda en falacia. Toda la música contenida aquí es bastante digerible y en ningún momento se arriesga a algo. El nivel lirical es muy bajo, la codificación de mensajes es tan inmediata que subestima al escucha, y muy pronto se encuentra sin nada que ofrecer con evidente desgaste de ideas, eso sin mencionar es el enorme copy/paste de flows. Los rapeos (que más que rapeos son cantos) se montan igual y bajo la misma formula del doble tempo entre la sincopa al que se suma un repentino acento agringado que resta la seriedad que intenta tener. La similitud con "Felizmente Triste" no sólo comparte dirección, que es hacer música para contarle al público tus vivencias, sino la poca retención para hacer un trabajo entretenido, no obstante repetir el mismo procedimiento de tu trabajo anterior sin haber aprendido tan siquiera a cantar (lo cual es raro si es el mismo Adán que asegura que sus bases están en el rock clásico) deja al descubierto el error más grande: no poder sustentar ni la trama ni la idea detrás, mucho menos hacerla interesante.

Previamente ya han existido obras que más que álbumes parecen monólogos o soliloquios, básicamente tampoco es la primera vez que los músicos usen a sus escuchas como terapeutas, mas la personalidad de cada uno está en sublimar los conflictos existenciales y sexuales. "El ruido, el silencio y yo" quiere invertir el mutismo y los "escándalos" en una pequeña entrega que desea cortar de tajo con las contradicciones pero, aunque bien intencionado, no logra hacerlo ni con el peso de la promoción de Cabezas Underground, Noisey, Panamerikano o Raulito GRL (si es que tiene algún renombre). Tampoco queda claro si se trata de un disco del r&b más artificioso, un disco de rap o ninguno de los dos. Tiene momentos agridulces y solo eso, queda claro el punto de lo estático del silencio contra el ruido y de allí el proceder para la creación en la nemotecnia en el origen espiritual de la inspiración pero sólo se queda en el titular, ya que la musicalidad toma por mucho la ventaja opacando así el alma ubicua de Adán, problema que se ve hasta caricaturizado en la portada. En pocas palabras la redención es lo que se promete pero no es lo que se ofrece.