abril 03, 2013

David Bowie 
The Next Day

Creo que de él sería de quien podría esperar cualquier cosa (para bien o para mal) después de veinticuatro álbumes llenos de histrionismo desde Ziggy Stardust, Aladdin Sane, el Duque Blanco entre otra serie de personajes más. Siempre caracterizado por el uso de máscaras, no se ha podido discernir claramente si realmente se trata de la expresión humana de su autor o si sólo es un producto para las masas elitistas. Y tras una década en silencio, David Bowie se presenta sin maquillaje para The Next Day. A diferencia de lo que se ha presentado con anterioridad, no es una obra estrictamente dramática (si bien sabemos del gusto de este músico por el drama), no obstante toda la campaña previa a su presentación tuvo mucho de puesta en escena. Se trata, sí, de una propuesta fuerte, aunque no demasiado densa; con momentos tristes y melancólicos, pero sin caer en lo depresivo. La producción cuenta con Tony Visconti, quien ya había trabajado con él en discos como Young Americans de 1975, “Heroes” y Low, (ambos de 1997) y el más reciente Reality del 2003, es por eso que se sienten las vibraciones de la trilogía de Berlín, que a su vez se despojan del sonido del Duque que perteneció al Station to Station en 1976, generalmente tan rico en capas y experimentación, para convertirlo en algo más primitivo, sacado de debajo de la piel. Al escucharse con atención, se diría que hay en él más de luminoso que de sombrío y que el rock seco y contundente tiene una muy agradecible presencia en varias de las canciones que presenta. El Lp inicia con el tema que le da nombre, un rock impetuoso de ritmos marcados que mete al escucha de lleno en el plato. Igualmente bueno es “Dirty Boys”, con referencias al blues de Nueva Orleans y a la música de Tom Waits, aunque la voz de Bowie nos hace pensar más en Nick Cave. Una maravilla. La contrastante sofisticación llega con “The Stars (Are Out Tonight)”, mientras que “Love Is Lost” es una angustiosa composición que da lugar a la aplastante tristeza de la bella y ya conocida “Where Are We Now?”. Otros cortes notables son “Valentine’s Day” (una balada deliciosa y tranquila), “I’d Rather Be High” (una gozosa incursión en la psicodelia), “How Does the Grass Grow” (con su sutil referencia a “Apache” de los Shadows) y “(You Will) Set the World on Fire” (con su riff inicial à la Kinks). Para quienes a estas alturas del disco extrañen una composición claramente dramática está el penúltimo corte, “You Feel So Lonely You Could Die”, en tanto la parte más siniestra y desolada del disco viene en el corte final, “Heat”, tema que obliga a pensar en la música de Scott Walker. Diez años después, David Bowie ha regresado en plena forma, con un trabajo estupendo, de muy alto valor artístico. A sus sesenta y seis años, el británico mantiene su capacidad creativa y no decepciona en absoluto. El Camaleón conserva la capacidad para manejarse en todos los colores, en todo el espectro del arcoíris letrístico y sonoro.

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