agosto 15, 2014

Schoolboy Q
Oxymoron

Tomó dos años de espera para que Schoolboy Q lanzará su tercer álbum y su debut en una disquera grande, “Oxymoron” (Top Dawg Entretainment/Interscope, 2014). Durante el 2012 y 2013, existió un discurso publicitario sobre el New King Of The West Coast que en repetidas ocasiones no se desaprovechó pues como eso, un medio publicitario. No hay duda de que ello en realidad sembró mucha expectativa a su alrededor. Sobre todo por los sencillos que dejan en claro que barra tras barra, Q está tras ese título de la forma agresiva que suele tener gangsta rap. No obstante, si hay algo que se debe anticipar desde una vez, este no es ni pretende ser un álbum de Kendrick Lammar y eso queda claro durante los 70 minutos que transcurren de este disco. “Hola, que se joda el rap, mi papi es un gangsta”. Bajo esta declaración de principios en boca de Joy, la hija de Schoolboy Q, aquella niña a la que el rapero confesó no sentir pena llorar cuando la abraza, empieza uno de los trabajos más esperados del año en cuanto a materia del rap. Este trabajo de secuenciación a nivel conceptual constituye uno de los aciertos más notables del álbum. “Oxymoron” es otra historia de Los Angeles vista desde una panorámica meridional y meramente interior que a diferencia de “Habits & Contradictions” (Top Dawg Entretainment, 2012), este se vuelve un axioma menos pasivo y cada vez mejor contado. Es por ello que el álbum circula y se divide de dos maneras distintas pero a fin para narrar este gangsta tale. Tomemos como ejemplo la larga pieza central que hace la división al mismo título. En el lado A se encuentra ejerciendo una inflexión en su vida personal, al narrar aquel momento en que asume su adicción (‘Prescription’), mientras que, el lado B, en consecuencia, explica ese día que abandonó su “oficio” como dealer (‘Oxymoron’). El resto de los temas optan por curvas más cerradas como la reflexión y el remordimiento que a lo largo del álbum se encuentran una y otra vez en forma de enfrentamientos preparados. Así, en sucesión desde la oda callejera inicial de ‘Gangsta’, los repping de ‘Los Awsome’, ‘The Purge’, los bacanales de ‘Collard Greens’, ‘What They Want’, el recuerdo de la vida delictiva de Hoover Street, vender drogas, sin olvidar el obligatorio tema dedicatorio a Joy, hasta esa vida que se inclina por dejar de lado las drogas y las pandillas (‘Break The Bank’) y la celebración a través de la reedificación (‘Man of The Year’), demuestran a Schoolboy Q en el estado más puro que busca unir el eslabón de una cadena que trata de traducir la música en la vida de cualquier barrio pobre de California. Por otra parte, que también es importante para el sustento del álbum mismo, se centra en la mayor parte de su musicalidad. Resulta obvio el esfuerzo por mantener una estética clásica del gangsta rap en cuanto al contenido como a su resonancia. Eso le da un punto a su favor y quizá sea uno de los aspectos que mejor acompañan a Q, aunque no logra despojarse de las tentativas del trap como se aprecia en ‘Collard Greens’ y ‘What They Want’, que son los elementos más contrastantes de todo el álbum. El triunfo de este plato es la manera en que está empeñado en contar su historia a su manera, en su forma narrativa de lo que significa estar maldito desde el nacimiento. Un triunfo que también no hizo lo que se esperaba que hiciera y meter en lista a personas como Mac Miller, Ab-Soul, Isaiah Rashad y A$ap Rocky como el mayor atractivo en vez de lo que plantea el álbum. Un triunfo porque no trata de sermonear a su público para que cambie, sino reflejar la vida de cualquier gangster, pero más en concreto, su vida. Pero lamentablemente los puntos más dolorosos para “Oxymoron” se encuentran, precisamente, en esa recurrencia forzosa por atiborrarse de colaboraciones. Aunque la idea busca ser interesante al tener otras perspectivas como la de Raekwon como un mafioso neoyorquino, la vieja escuela de gangster como Kurupt o 2Chainz como el croosover entre las nuevas generaciones gangsteriles, pareciera que el mismo Q no es capaz de dirigir por completo su propio trabajo. No obstante, lo reiterativo de la temática acortan imaginación. Se agradece que no se tire a los cantos por las mujerzuelas y la riqueza por las mujeres y que eso sea encajado entre líneas mientras se enfoca en el estilo de vida de la militancia ilegal, aunque finalmente algunos temas simplemente no pueden evitarse sentir monótonos por su sobreexplotación y una musicalidad fría. Cuando en 2012, Schoolboy Q dijo que haría un clásico como respuesta al impacto de Kendrick Lammar era de esperarse que, cuando su disco saliera, inmediatamente fuese comparado. “Oxymoron” no está a la altura de “good Kid, M.A.A.D. city” (Top Dawg Entretainment/Interscope, 2012), mas eso no demerita el trabajo de Q, pues él mismo afirmo el problema que enfrentó a la hora de crear un álbum que compitiera directamente con “good Kid, M.A.A.D. city”, eso algo que se debe reconocer guste o no. También están en claro las visiones de cada uno de sus autores, por una parte tenemos a un buen chico que le rapea a su madre porque no le caen bien sus amigos y por el otro está un ex adicto sujeto con una vida desastrosa pero entretenida. Se dice que con que el último gran rapero gangsta fue Tupac Shakur, después de él hubo un vacío que pudiese ser llenado por alguien más. Tupac era, de alguna forma, lo que Kurt Cobain fue para una generación, y desde su fallecimiento las cosas en la costa oeste han cambiado. Sobre todo por los mentados lapsos generacionales que están todavía más ocupados en cosas más banales y materialistas que publicar algo con más contenido, por lo que el legado del gangsta rap que se había mantenido en Los Angeles, desde N.W.A. hasta Tupac, estaba en picada y cuando todo parecía que nada iba a cambiar, Kendrick Lammar y Schoolboy Q trajeron de vuelta el gangsta rap al mainstream. En hora buena.

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