agosto 15, 2014

Meg Myers
Daughter In The Choir EP

Durante años la industria musical -aún con las transformaciones que ha pasado- ha buscado con ahínco la formula perfecta para concebir al artista, músico o cantautor que le reditué más ganancias. Belleza, talento y simpatía es la receta recurrente. En ocasiones, esta características se presentan de manera natural en un músico (tradicionalmente, después de muchas peripecias es firmado por un sello discográfico para distribuir su trabajo de forma masiva). Pero, ¿cómo y por qué distinguir entre un artista fidedigno y un producto prefabricado que nadie recordará en un lustro? La problemática no radica en la operación de la industria del disco o en la intención por emplear todos los medios posibles para difundir la música hasta el lugar más recóndito de la tierra, porque de alguna manera internet ha suplido esta función. Así que decir que un artista es un "vendido" es tan absurdo como cerrar las fronteras de un país para que su economía se mantenga "sólida". La cuestión reside en el espectador, quien merece disfrutar de cualquier trabajo musical que provenga de la de sensibilidad del artista o de su manera de percibir y aprender del mundo y no de productos desechables que han creado por medios de formulas consabidas y se ofrecen como la gran panacea, cuando en realidad buscan engordar las cuentas bancarias de unos cuantos productores ambiciosos. Meg Myers es una joven de 20 años que posee una belleza apabullante y talento sorprendente para componer temas irascibles, dramáticos y melancólicos con una poesía tan precisa como corte de bisturí sobre un corazón palpitante. Con su EP debut "Daughter in the Choir" ([GOOD]CROOK/Atlantic Records, 2013) y con temas como 'Afert You' y 'Poison' ha demostrado que la melodía puede seducir al amor, en un mundo donde prevalece el acto violento como una muestra de "cariño". Cabalmente, el tema 'Adelaide' denuncia la violencia dómestica contra la mujer, y bien podría remitirnos a la indignación del linaje de mujeres como Fiona Appel, PJ Harvey, Patti Smith, Sinead O'Connor e incluso Alanis Morrissett (en su momento más contestatario, claro está). Sin embargo sería un error considerar la música de Myeres como la reversión de estas apasionadas mujeres, ya que sus composiciones revelan una sensibilidad poética de sinceridad espontánea. Tampoco se podría limitar su obra a la creación de estribillos cursis de una joven enamorada. Frente a las temáticas de chicas adolescentes que cantan temas simplones como los que estable Disney Channel y Nickelodeon. Meg Myers construye una propuesta realmente irreverente, pues 'Curbstomp' representa una alternativa ante los estándares gastados que establecen las radiodifusoras. Quizás lo que podría indignar a las adolescentes rebeldes y escandalosas que logran identificarse con Myers, es que ella disfruta de visitar el 'Jeohová's Witness', un centro cristiano dirigido por testigos de Jeohvá. Pero hasta el momento ninguna de sus canciones contienen o promueven la redención de todos los pecados del mundo a través del canto. A decir verdad, sorprende la franqueza de sus letras al tratar de las pasiones humanas. No está demás de mencionar que su productor, Rosen Rosen, ha trabajado con Lily Allen, Lady Gaga, Britney Spears, MIA, Katy Perry y agrupaciones como Phoenix y Weezer. Pero eso no demerita el trabajo de la joven ya que cada una de sus canciones se encuentra perfectamente producida y minuciosamente secuenciada. No se trata del llanto de una mujer herida, sino del canto imperante de una mujer que sublima su dolor por medio del arte. Se trata del ardiente deseo por sentir a su amante hasta los huesos, lo cual le produce un inmenso sufrimiento porque en su afán se va transformando en el monstruo que más le atemoriza ser. Son cantos angelicales emitidos desde la oscuridad, pues es allí donde se conducen las obsesiones y los deseos exacerbados. Y sí, Myers tiene talento y la belleza de un ángel, pero de uno infernal.

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