La escena electrónica parece glamurosa: vida nocturna, música, sexo, fiestas, excesos, desenfreno, alcohol y drogas. En la historia de Dj Ickarus (Paul Kalkbrenner) se demuestra lo contrario, la historia es simple pero bien narrada en donde todo momento la música es el factor principal y no sólo se queda como complemento de la película. La música corre por cuenta de Kalkbrenner quien libera un techno tan sencillo que es capaz de atrapar y envolver para contar otra perspectiva de esta película: De la euforia y melancolía hasta la esperanza.
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Blah, Blah, Blah!